28 de marzo de 2025

Al menos tres millones de hectáreas se perdieron por los incendios forestales en Bolivia

Desde el inicio de la temporada de quemas provocadas, Bolivia ha visto cómo tres millones de hectáreas han sido devoradas por el fuego, con un alarmante incremento del 373% en los focos de incendios, que ya superan los 74,000.

La región más afectada es la Chiquitania, en el este del país, donde los incendios han alcanzado su punto más crítico, afectando gravemente el ecosistema y las comunidades locales.

Los bomberos, agotados y desesperados, claman por más ayuda internacional, ya que los recursos disponibles han resultado insuficientes, a pesar de la asistencia de aeronaves prestadas por Canadá y la Unión Europea para combatir el fuego desde el aire, así como la llegada de personal especializado de España, Francia, Brasil y Venezuela.

Bolivia ha enfrentado 100 días de fuego incesante, arrasando bosques y destruyendo el hábitat de numerosas especies. La combinación de fenómenos climáticos como La Niña y El Niño ha alterado drásticamente los ciclos naturales en la región, contribuyendo a la grave sequía que afecta a Chiquitania.

Esta zona, caracterizada por sus bosques secos, ha sido blanco de “chaqueos”, prácticas agrícolas que han desatado un desastre medioambiental.

Los incendios comenzaron a ser reportados en mayo y junio, pero fue a partir del 1 de julio cuando se detectaron los primeros fuegos en Santa Cruz, agravados por temperaturas superiores a 40 grados y la escasez de lluvias.

El 15 de julio, los incendios ya habían afectado a más de 100 comunidades indígenas en Monte Verde, y para el 20 de julio, los focos se expandieron a Roboré y San Matías, consumiendo más de 500,000 hectáreas.

El impacto de estos incendios se ha sentido en todo el país. En agosto, la situación se volvió aún más crítica, afectando también a la Amazonía y el Pantanal, donde se reporta la destrucción de 3.8 millones de hectáreas y la muerte de especies en peligro de extinción.

El humo que emana de la Chiquitania ha alcanzado Santa Cruz de la Sierra, causando problemas respiratorios en la población. “Estoy tosiendo, me duele el pecho y la nariz. Esto pasa por el intenso humo que inhalamos, cada día”, comentó una ciudadana afectada.

El 30 de agosto, el Gobierno declaró estado de emergencia en Santa Cruz y Beni, estimando que más de 10 millones de animales silvestres han muerto, mientras se evacuaban comunidades indígenas. A inicios de septiembre, se registró el día más contaminado en Santa Cruz, lo que llevó al ministro de Salud a emitir una alerta sanitaria.

El gobernador en ejercicio, Mario Aguilera, declaró una emergencia departamental el 20 de septiembre, cuando el fuego había consumido 4.5 millones de hectáreas. “Luego de haber agotado nuestros recursos, nos vemos con la necesidad y responsabilidad de declarar desastre departamental”, afirmó Aguilera.

Para el 20 de septiembre, se reportaron más de 6 millones de hectáreas arrasadas.

El 24 de septiembre, en el aniversario de Santa Cruz, la ciudad se encontraba en medio de incendios activos, mientras los expertos advierten que estos podrían continuar hasta noviembre.

Sin una intervención efectiva, se estima que los bosques podrían desaparecer para el año 2050, dejando a Bolivia con un futuro ecológico incierto.

La situación exige una respuesta contundente y coordinada, tanto a nivel nacional como internacional, para combatir lo que se ha convertido en una de las peores crisis ambientales en la historia reciente del país. La supervivencia de miles de especies y la salud de las comunidades dependen de ello.

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