Cuando el relato aterriza en la ESI para promover la hipersexualidad temprana
La Educación Sexual Integral -ESI- es un instrumento pedagógico elocuente que nos permite conocer y explicar las distintas dimensiones de la sexualidad humana desde un enfoque científico y auténtico, apoyada en una certera validación legal y constitucional. Pero la realidad es otra. Es otro el enfoque cuando se pone énfasis en la hipersexualidad temprana marcada por la condición ideológica, que resulta más atractiva cuando quienes la promueven persiguen el objetivo de una sexualidad libre y sin obstáculos éticos-morales y carentes de participación y acompañamiento de los padres.
El 4 de octubre del año 2006, Argentina amplió su legislación en materia de Salud Sexual y Procreación Responsable, incorporando a sus filas constitucionales la ley 26.150 -ESI- que posibilitó a los educandos tener el derecho de recibir, en los establecimientos educativos de gestión pública y privada, adiestramiento y orientación en su salud sexual de forma integral.

Por supuesto que esta normativa favorece el conocimiento pleno de aquellos factores de riesgo que pueden alterar el desarrollo saludable de la sexualidad de los niños y adolescentes. Según la normativa, el término “Educación Sexual Integral” refiere a los saberes y habilidades para la toma de decisiones (de forma autónoma) responsables en relación con los derechos de los niños y adolescentes, al cuidado propio del cuerpo, al saludable desarrollo de las relaciones interpersonales y a la información veraz y confiable de su sexualidad.
Sin embargo, la realidad actual nos muestra otro enfoque, totalmente inconstitucional, en cuanto al modo de implementar los propósitos de la normativa, puesto que el énfasis está ubicado en la promoción, sigilosa, de una hipersexualidad temprana y sin argumento científico; pues la condición ideológica ofrece un camino más atractivo y novedoso para quienes pugnan, ferozmente, una sexualidad libre de obstáculos éticos-morales y de participación y acompañamiento de los padres.
En este contexto, el relato de “una sexualidad plena y de conquistas de derechos” ha tomado gran significado en el colectivo social argentino. Pareciera que la suma de leyes garantiza el cuidado responsable de los niños y promueve la libertad plena para los adolescentes de la nueva era. No obstante, a esta realidad divergente, el cuidado del cuerpo sigue representando un desafío que convoca, con total admisión y compromiso fehaciente, a los padres, docentes, instituciones religiosas y demás agentes fundamentales para la transmisión de saberes y habilidades en materia de sexualidad.

Las oportunidades de resistir a las imposiciones ideológicas que avasallan las libertades individuales y erosionan la promiscuidad sexual, está latente siempre y cuando se asuma el compromiso de construir, con plena certidumbre, hábitos saludables en torno a una sexualidad afianzada en la verdadera libertad. La pregunta que suena al proclamar lo dicho, es: ¿Cómo se construye esta entidad sublime llamada libertad en medio de una constante opresión ideológica sustentada en relatos incoherentes?
La respuesta sugerente, y que puede fortalecer el desafío planteado, se orienta hacia un serio compromiso de acerar la comunicación entre padres e hijos. Es fundamental la comunicación y el dialogo constante en la familia. La comunicación fortalece los lazos de confiabilidad y pone un muro protector y de advertencia a lo que distrae o quita la esencia de la libertad individual en los niños y adolescentes.
Tengamos presente que, si los fundamentos de una familia se quiebran, las consecuencias serán inciertas y catastróficas a nivel orgánico y psicológico. La ESI debe fundamentarse en la verdad y nada más que la verdad. Los relatos son sofismas que distorsionan el diseño natural de la sexualidad binomial: varón y mujer.

*Profesor Andrés Martínez, colaborador