Una ciudad vacía le dice adiós al invierno con matices de predominante rosa lapacho
Y se fue nomás la tarde agradable del domingo 20 de septiembre, el último día del invierno santiagueño, con una leve y fresca brisa, y con la soledad de las calles.
A esto de las restricciones en los horarios para circular los fines de semana, la tarde santiagueña le puso el aroma de los Lapachos en flor, presagio de la primavera, como si la naturaleza quisiera dejar esa marca subjetiva y personal en todo aquello que toca o rodea.
Con una temperatura que no superó los 25 grados, la Madre de Ciudades le dio el último adiós a la época invernal vistiendo sus calles de un vacío intenso y de un predominante color rosado, regado por el pavimento que por acción del viento, dejaba esa sensación de pinceladas nerviosas y huidizas del impresionismo de Monet.
Es cierto, no hay vestigios de humedad y las lluvias, dicen, llegarían recién el sábado próximo para encargarse de bajar el polvo que flota en el ambiente convirtiendo los días en más luminosos. Y si eso sucede, será otra historia, como la historia de Vincent Van Gogh y su post-impresionismo donde los colores son más brillantes por acción y efecto de la luz, efecto en un momento preciso del tiempo y el espacio.
Mientras tanto, esperemos que mañana se abra el día a la primavera y hoy, quedemos en casa, cuidándonos y cuidando a los nuestros.