Poder adquisitivo afectado: Los salarios formales siguen perdiendo la pelea contra la inflación
Desde la asunción de Javier Milei, los salarios formales, medidos a través del índice RIPTE (Remuneración Imponible de Trabajadores Estables), han mostrado un aumento del 169,1%.

Sin embargo, este crecimiento no ha sido suficiente para superar la inflación del 173,1% registrada en los 13 meses posteriores al cambio de gobierno. En diciembre de 2024, el salario promedio RIPTE alcanzó los $1.202.927,89, lo que representa una mejora respecto a los $447.079,57 de noviembre de 2023, pero aún por debajo de la inflación acumulada en el mismo período.
A pesar del incremento en los salarios, el poder adquisitivo de los trabajadores sigue estando seriamente afectado. El aumento del 2% en el mes de diciembre, aunque positivo, no logró alcanzar el ritmo de la inflación mensual, que fue del 2,7% en ese mismo mes. Este desajuste entre los aumentos salariales y los precios de los bienes y servicios ha generado una pérdida sostenida del poder de compra para los asalariados.
En cuanto a otros datos oficiales, se destaca que la remuneración nominal bruta promedio de los asalariados del sector privado, declarada por los empleadores al sistema de seguridad social, fue de $1.423.257 en noviembre de 2024. Este valor representa un crecimiento interanual del 172,8%, mientras que la mediana de la remuneración bruta fue de $1.077.793, con un aumento del 166,5% en la comparación con el mismo mes del año anterior. Sin embargo, la inflación interanual registrada en noviembre fue del 166%, lo que sugiere que, aunque hubo aumentos salariales, estos no lograron superar el ritmo de crecimiento de los precios.
El RIPTE, que se utiliza como referencia para determinar los aportes a la Seguridad Social, ha sido objeto de controversia. Aunque muestra una tendencia alcista en los salarios formales, no refleja necesariamente el comportamiento de los ingresos totales de los trabajadores. Esto se debe a que el RIPTE solo considera los salarios con aportes a la Seguridad Social y excluye los aumentos no remunerativos que se pactan en muchas paritarias, los cuales no están sujetos a estos aportes. Además, solo incluye los salarios de los puestos con una antigüedad mínima de 13 meses, excluyendo los nuevos empleos y, por lo tanto, no refleja de manera completa la realidad salarial del país.
La Secretaría de Trabajo, Empleo y Seguridad Social aclara que el RIPTE no debe ser considerado como un indicador definitivo de la evolución de los salarios, ya que es un indicador previsional con limitaciones. Si bien puede ofrecer una imagen parcial de la situación salarial, no toma en cuenta factores como las negociaciones paritarias que generan aumentos no remunerativos, lo que puede afectar la precisión de la medición en cuanto a los ingresos reales de los trabajadores.
Por otro lado, el Índice de Salarios del INDEC, que se basa en una encuesta y contempla tanto los salarios registrados como los no registrados, ha mostrado variaciones diferentes al RIPTE, lo que pone de manifiesto la complejidad de evaluar los salarios en un contexto económico marcado por la inflación persistente y los ajustes salariales.
En conclusión, aunque los salarios formales han aumentado significativamente bajo el gobierno de Milei, la inflación sigue superando estos incrementos, lo que ha llevado a una pérdida constante del poder adquisitivo de los trabajadores argentinos. Las políticas salariales y los indicadores utilizados para medir los ingresos deben ser revisados y ajustados para reflejar con mayor precisión la realidad económica que enfrentan los asalariados en un contexto de alta inflación.
