Crisis pesquera en Madryn: tres plantas con problemas de sueldos impagos y conflicto gremial
El sector pesquero de Puerto Madryn atraviesa una de sus peores tormentas laborales en años, con tres plantas procesadoras inmersas en una madeja de salarios impagos, contrataciones precarias y denuncias gremiales.

El colapso en los precios internacionales del langostino, sumado a la paralización de la temporada de captura en aguas nacionales, ha desarticulado la cadena de pagos y puesto en jaque a toda la industria, una de las más estratégicas de Chubut.
En el epicentro del conflicto se encuentra la planta de Mirabella, sometida a un proceso preventivo de crisis bajo vigilancia judicial. Allí, 65 trabajadores permanentes siguen sin cobrar la primera quincena de junio, acumulando retrasos desde el inicio del concurso preventivo. Las protestas del personal reflejan la falta de respuestas y un deterioro que ya amenaza con extenderse a toda la operatoria del puerto.
La situación también se tensó en Achernar, donde se reprocesa materia prima con personal eventual contratado de forma irregular, según denunció el gremio STIA. La empresa justifica el cambio por la necesidad de capacitar operarios para nuevas máquinas, pero el sindicato sostiene que se trata de un caso flagrante de precarización y violación del convenio colectivo de trabajo.
En tanto, en Pescargen, la tensión se disparó por el impago de salarios atrasados. Aquí el problema se agrava por la insolvencia de la contratista Arrufo, que dejó a nueve empleados de más de 15 años de servicio sin liquidaciones ni indemnizaciones. El gremio exige que Pescargen asuma la responsabilidad solidaria que marca la Ley de Contrato de Trabajo.
En este escenario de alta conflictividad, la ausencia de intervención efectiva por parte de las autoridades provinciales y nacionales multiplica la frustración de los trabajadores, mientras crece el temor a un efecto dominó que comprometa la estabilidad de toda la industria pesquera.
La caída abrupta de los precios internacionales ha destrozado la rentabilidad y fracturado la cadena productiva, profundizando un cuadro que no se resuelve con paliativos. Hoy, el ecosistema del langostino en Chubut aparece amenazado por la combinación letal de desprotección laboral, inacción estatal y especulación empresarial, en un modelo que prioriza la supervivencia del negocio antes que el bienestar de sus trabajadores.
Los gremios ya anticiparon que las medidas de fuerza continuarán mientras no haya un compromiso firme de las empresas y del Estado para garantizar los derechos laborales. Una advertencia que pone al descubierto no sólo la crisis de un sector clave para la Patagonia, sino también las fracturas estructurales de la matriz productiva argentina.