Reforma laboral: «tarjeta comedor», la remake de los tickets canasta
Si bien los impulsores de la nueva tarjeta la venden como un instrumento moderno que incentiva la formalidad (solo empresas registradas la otorgan y solo comercios que facturan la aceptan), su resurgimiento en el contexto de una reforma laboral reabre la discusión sobre la naturaleza remunerativa o no de las prestaciones sociales y el riesgo de que se utilicen para licuar el salario formal y disminuir las obligaciones patronales.

En medio del intenso debate por la reforma laboral , ha resurgido la propuesta de la Tarjeta Comedor electrónica , un mecanismo presentado como la versión moderna de los controvertidos Tickets Canasta .
Esta herramienta, que se promociona como un «beneficio social» destinado a cubrir exclusivamente el costo de un almuerzo, está siendo impulsada por empresas como Edenred con el argumento de «promover la formalidad» sin afectar la «competitividad» empresarial.
La propuesta se diferencia de los billetes antiguos en su formato electrónico, que utiliza tecnología bancaria para garantizar la trazabilidad y el uso exclusivo del aporte en alimentación. Sus promotores enfatizan un punto central y potencialmente polémico: la tarjeta «No reemplaza el sueldo ni forma parte de él: lo protegido» .
Esta distinción es crucial y remite al problema histórico de los Tickets Canasta , implementada inicialmente en 1989. Aunque fueron beneficios para las empresas al permitirles pagar parte del salario con sumas no remunerativas y evitar el impacto de la hiperinflación, generaron un fuerte perjuicio para los trabajadores. Al no considerarse parte del salario, estos vales no se computaban para el cálculo de aportes jubilatorios, aguinaldo ni indemnizaciones, lo que implicaba una desprotección social y un deterioro de los derechos laborales. Además, su aceptación y valor real en los comercios eran inconsistentes.
