12 de julio de 2025

Querella cruzada entre Milei y Julia Mengolini: tensiones entre la libertad de expresión y el derecho al honor

La denuncia presentada por el presidente Javier Milei contra la periodista Julia Mengolini por el presunto delito de injurias volvió a encender el debate sobre los límites de la libertad de expresión y la protección del honor presidencial.

El expediente recayó por sorteo en el Juzgado Federal 7, a cargo de Sebastián Casanello, y tiene como eje los dichos de Mengolini en el programa Duro de Domar y en redes sociales, donde afirmó que Milei mantiene una relación “incestuosa” con su hermana y secretaria general, Karina Milei.

La querella del mandatario, presentada por su abogado Francisco Oneto, sostiene que las expresiones de Mengolini exceden el marco de la crítica política y constituyen una afectación directa al honor personal y presidencial. El escrito subraya la intención dolosa de la periodista, al considerar que actuó con conocimiento del potencial agravio y aun así decidió difundir sus afirmaciones.

El caso adquiere relevancia política no solo por involucrar al jefe de Estado, sino porque se enmarca en un contexto de creciente polarización mediática y de redes sociales, donde acusaciones de esta magnitud se amplifican con rapidez. Además, el cruce judicial se da en simultáneo con la propia intención de Mengolini de denunciar al presidente y referentes de La Libertad Avanza por supuestas campañas de difamación digital en su contra, en las que militantes libertarios replicaron acusaciones sobre una presunta relación incestuosa con su hermano.

En ese sentido, la controversia pone en evidencia un doble movimiento: mientras Milei busca proteger su reputación a través de la vía penal, la periodista invoca la defensa de sus garantías constitucionales para sostener la libertad de opinión. La tensión refleja el punto delicado donde la crítica a figuras públicas puede chocar con el derecho a no ser injuriado, especialmente cuando se trata de imputaciones de gravedad que rozan la vida íntima.

Al presentar la querella, la defensa presidencial incluyó como prueba declaraciones recientes de Mengolini, en las que ella misma admitió la gravedad de este tipo de acusaciones, lo que —según Milei— refuerza la hipótesis de dolo.

Más allá del desenlace judicial, el conflicto anticipa un terreno de disputa discursiva que podría profundizarse: en la era de la hiperconexión y las redes sociales, la reputación de los actores políticos y la libertad de expresión de los periodistas vuelven a chocar en los tribunales, abriendo interrogantes sobre cuáles son los límites aceptables de la crítica pública en democracia.

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