13 de noviembre de 2025

Los cerros tucumanos exhalan un aire de Pirineos cuando visitas Villa Nougués

La iglesia domina la colina y sus paredes de piedra son el espejo donde el sol se mira cada mañana. Por la senda empedrada de la pasión de Cristo, la paz de Lourdes lo contagia todo, en amalgama perfecta entre la devoción por la virgen, el estilo arquitectónico de reminiscencias neogóticas y el verde aroma de la naturaleza.

Tucumán, posee lugares bellísimos y atrapantes. Lugares escondidos a tus ojos si buscas las extravagancias propias de las multitudes, pero que una vez hallados, te invitan a la reflexión espiritual, al descanso de la vida mundana y a volver pronto cuando te marchas.

A 25 kilómetros de San Miguel, en un descanso casi obligado de la RPN338, a unos 1.350 metros de altura sobre el nivel del mar, se levanta en la ladera del cerro, Villa Nougués.

Al llegar, te topas con la Parroquia del Sagrado Corazón que data de 1918. Es la edificación más prominente del lugar y descubres en ella, esos característicos arcos ojivales de estilo neogótico en sus ventanas, los que apuntan al cielo como si buscaran la bendición de Dios.

Y la Virgen de Lourdes, imagen protectora de la villa, descansa refulgente en la sencilla gruta construida en su honor al final del camino de lajas partidas, flanqueado por perfumados y voluptuosos agapantos.

Cuentan los que saben, que la villa nació en 1899 y que es la inequívoca inspiración de un azucarero tucumano, el ingeniero Luis Nougués, quien replicó las añoranzas de un pueblo del sur de Francia, porque encontraba similitudes entre el paisaje y la cordillera de Los Pirineos.

Si, en la villa se respira un delicado aire de Los Pirineos y un puñado de casas pintorescas te recibirán, si te atreves a la aventura del serpenteante camino de montaña en automóvil, bicicleta, motocicleta, y por qué no, en transporte público o a pie.

Villa Nougués es una gran atracción si buscas la tranquilidad de sus espacios. Ubicada a medio camino del Cerro San Javier, reconocido balcón para contemplar la ciudad; del mítico Cristo Bendicente que los fieles buscan para recibir gracia; y de Loma Bola, donde los intrépidos surcan los aires tucumanos en parapente.

En verano disfrutarás días cálidos y en invierno, algo fríos. Pero las temperaturas moderadas serán una constante todo el año, lo cual permite el desarrollo de uno de los ecosistemas más representativos de Tucumán, las yungas. Verde, todo el año verde.

Arrayanes y cedros; Horco molles y eucaliptus trepan sus laderas. Laureles silvestres, flores de agapantos, violetas y hortensias perfuman las piedras, matizan las lajas y el alma, llenan.

Villa Nougués es un lugar que no vas a olvidar. Combina la referida arquitectura con esos espacios cargados de verde vegetación y la tranquilidad y la aventura son un común denominador en sus calles que puedes recorrer a pie.

Y tal vez, si el viaje lo amerita, una visita al campo de golf o un almuerzo de comidas típicas podrían darte ese plus de viajero satisfecho que atesora la experiencia y regresa al lugar donde fue feliz por unos días.

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