La batalla cultural de todos los días es no pensar que el 12 de octubre es un descubrimiento

Por el Lic. Diego Curet, Docente.
Muchas veces nos preguntamos qué se celebra el 12 de octubre en nuestro país y rápidamente, la respuesta sobreviene de inmediato desde la historia: El 12 de octubre de 1492, según los registros históricos oficiales, Cristóbal Colón descubrió América.
Por esa razón, en las Américas se recuerda la llegada del marino genovés y sus tres carabelas, lo que significaría además, la llegada de la civilización al continente.
En nuestro país, este acontecimiento histórico fue celebrado durante mucho tiempo como el “Día de la Raza”, en consonancia con las aportaciones documentales provenientes y digitadas desde España, ya que se ponía en valor el hecho de que una cultura predominantemente europea, haya desembarcado en suelo americano.
Sin embargo en 2010 y por iniciativa del Poder Ejecutivo Nacional, mediante la sanción de una Ley del Congreso, donde se trató el proyecto para modificar el nombre del día, con justa decisión dejó de llamarse “Día de la Raza” y se cambió por la denominación que hoy usamos: «Día de la Diversidad Cultural Americana».

Sin duda alguna, esto no fue sólo un cambio de nombre para un día de celebración, tal vez porque no haya nada que celebrar, sino como resultado de una reflexión profunda sobre los efectos que tuvo y, todavía sigue teniendo, la llegada de los europeos a nuestro continente.
Especialmente, en nuestros pueblos originarios, los cuales ya gozaban de una organización social, política y cultural diversa y diferente, basada en sus lenguas, sus religiones, sus tradiciones y sus principios de civilización propios, y en el caso de que algún pueblo fuera sedentario, su elemento aglutinante y de gran poder era la posesión de su tierra.
Cada uno de estos pueblos, tenía una historia para cada una de sus vivencias, las que incluían batallas y conquistas, vencedores y vencidos y aunque no todos habían desarrollado sistemas de escritura, todos compartían principalmente una lengua, un tiempo y un espacio.
Es cierto también que con la llegada de los barcos europeos, llegó a bordo la ambición extrema para apropiarse de la riqueza de la tierra. Ambición que se materializó de la forma más cruel e inhumana que podamos imaginar, donde el desprecio del hombre por el hombre, del civilizado europeo por el salvaje americano, involucró esclavitud, despojo, tortura y muerte.
Durante siglos, las voces americanas fueron sistemáticamente silenciadas y sus historias, sus tradiciones, vivencias y cosmovisión particular de la vida y de las relaciones humanas, fueron acalladas porque no representaban, ni se condecían con las voces oficiales.
Aún así, los habitantes americanos del presente que vivimos, hemos mezclado en nuestra sangre, las raíces en los pueblos originarios y los apegos de los miles de inmigrantes de todas partes del mundo que habitan este suelo, y al introducir nuevas culturas y nuevas tradiciones a las ya existentes, la riqueza no sólo fue material sino emocional y tremendamente diversa y humana.

No somos ni enteramente europeos, ni enteramente americanos, somos mixtura, entretejido y matices y es por eso que es necesario, recuperar la voz y el protagonismo de los sujetos sociales, individuales y colectivos a partir del reconocimiento, del respeto y del impulso de una realidad multiétnica y multicultural, que nos permita desarrollar y /o fortalecer el diálogo intercultural.
Por esto y para esto, estamos hoy aquí, para disfrutar de nuestros patios del “Festival Americano” donde podemos apreciar las diferentes historias, culturas, costumbres, religiones del continente.
Que este día especial, sea la plataforma de despegue, sitial de honor que nos conduzca a reflexionar sobre las demandas y las luchas históricas de los Pueblos Originarios, y para que marque el camino de cara al futuro para no perder nuestras raíces históricas.
Para finalizar y retomando la idea del principio, advertimos que a la luz de la historia acallada, oculta, desconocida y subestimada, la que se encuentra más allá de los documentos oficiales, Cristóbal Colón, no descubrió absolutamente nada porque este suelo ya estaba poblado por nativos con culturas y tradiciones particulares y propias.
Y a pesar de que nos puedan llamar latinoamericanos, mulatos, negros, indios, mestizos, cabecitas negra, blanco, gaucho, judío, chino, sudaca, groncho, paragua, brasuca, pobre, bolita, yorugua y una infinidad de calificativos más, tenemos la certeza de que debemos sentirnos orgullosamente argentinos, y exacerbar la impronta y la obligación moral de mirar al futuro con la frente en alto, para no permitir el sojuzgamiento de nuestros pueblos y decir: Somos libres y Americanos.