21 de noviembre de 2025

la juventud argentina rechaza la reforma laboral por temor a perder derechos fundamentales

El informe critica la insistencia en una reforma que profundiza la flexibilización, ignorando la demanda juvenil por una formalidad que brinde seguridad social y estabilidad en un mercado ya precarizado, donde la búsqueda de autonomía es, en muchos casos, una respuesta forzada a la falta de oportunidades de empleo digno.

Un reciente estudio de la consultora Reyes-Filadoro sobre «juventudes y trabajo» exponen una profunda contradicción en la percepción laboral de los argentinos de 18 a 35 años .

Si bien una parte de esta generación prioriza la autonomía y el trabajo independiente, la gran mayoría rechaza la propuesta de flexibilización en la reforma laboral del Gobierno , por un temor fundado a que se convierta en una vulneración de derechos y un avance de la explotación a favor de los empleadores.

La mitad de los jóvenes consultados se opone de plano a la reforma, revelando que su «trabajo ideal» no es el empleo precario o informal, sino aquel que garantiza condiciones básicas de la formalidad: estabilidad, obra social y aguinaldo . De hecho, solo el 21% de los jóvenes entre 18 y 24 años preferiría un trabajo informal.

La crítica central radica en el intento de desregular a costa de la seguridad social. La consultora alerta que, aunque los jóvenes exigen estabilidad, la realidad económica los empuja hacia la informalidad: el 37% de los jóvenes que trabajan lo hace de forma independiente, una cifra notable superior al empleo registrado tradicional. Este dato es crucial, pues refleja la normalización de la informalidad , donde la autonomía se convierte en la única opción viable, pero sin los beneficios de la ley. El estudio señala que el optimismo sobre las oportunidades (69% cree tener más que sus padres) no se traduce en bienestar, ya que la mitad de los encuestados reportó que su situación económica se mantuvo igual o empeoró .

Otro punto de crítica profunda es la percepción de la inteligencia artificial (IA) , que no es vista como una herramienta de progreso, sino como un nuevo vehículo de explotación . Esta preocupación es significativamente mayor entre las mujeres, donde el 33% teme el impacto de la IA en su trabajo, casi el doble que los hombres (18%). Esta brecha de género se extiende a la satisfacción laboral (48% de mujeres satisfechas vs. 63% de hombres) y la demanda de regulación estatal para la IA, apoyada por el 45% de las mujeres frente al 34% de los hombres.

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