«Jalil peronista con peluca»: comparó a Néstor Kirchner con Javier Milei en defensa del superávit
Al diferenciar a Kirchner de Cristina Kirchner, Jalil busca rescatar una figura peronista asociada a la ortodoxia fiscal de principios de los 2000, utilizándola como puente ideológico para justificar una relación de diálogo (o sumisión estratégica) con el gobierno de Milei.

Las declaraciones del gobernador de Catamarca, Raúl Jalil, al trazar un paralelismo entre el expresidente Néstor Kirchner y el actual mandatario Javier Milei basado en la prioridad del superávit y el «manejo de los recursos», marcan un quiebre significativo dentro del peronismo y evidencian un profundo pragmatismo territorial frente a la nueva hegemonía libertaria.
La crítica se centra en el doble estándar del gobernador. Al afirmar que Milei «ganó porque bajó la inflación y porque hay esperanza», Jalil no solo reconoce la eficacia política del ajuste, sino que también legitima el ‘estilo’ libertario al sostener que la gente «ya no discute el estilo, sino los resultados».
Este mensaje es tanto un reconocimiento al Presidente como una fuerte autocrítica a la inacción del peronismo , al que exige resolver sus «problemas internos» y enfocarse en una agenda de «producción, generar empleo y confianza».
Este movimiento de Jalil puede interpretarse como una toma de distancia de las facciones más duras del peronismo opositor. Su enfoque en el superávit y los recursos se alinea con la retórica de Milei, permitiéndole blindar su gestión provincial de los recortes nacionales, bajo el argumento de que él también gestiona con «responsabilidad fiscal».
En un contexto de paralización de obras públicas y crisis económica, esta estrategia es de supervivencia política para asegurar los fondos necesarios para su provincia, priorizando el gobierno para «la mayoría que me votó y para los que no lo hicieron» por encima de la fidelidad partidaria.
Las líneas rojas del pragmatismo
A pesar del acercamiento conceptual, el gobernador marca sus límites críticos. Se diferencia de la Casa Rosada en dos puntos clave:
El primero es en obras públicas. Jalil mantiene la necesidad de las obras públicas, advirtiendo que su paralización «va a traer un problema», lo que demuestra la tensión entre el dogma del déficit cero de Milei y la necesidad de inversión pública para el desarrollo regional.
El segundo punto es en seguridad y edad de imputabilidad. Su propuesta de enfocarse en la prevención antes que en la baja de la edad de imputabilidad es un llamado al diálogo ya soluciones de fondo, diferenciándose del enfoque punitivista del oficialismo.
La comparación entre Kirchner y Milei es más una jugada de ajedrez político que una genuina coincidencia ideológica. Jalil utiliza el superávit como moneda de cambio para mantener el diálogo con el poder central y garantizar la gobernabilidad en Catamarca, dejando en claro que, en la nueva era política, el pragmatismo fiscal se ha convertido en el principal motor de la reconfiguración del peronismo en el interior del país.
