22 de mayo de 2025

FAdeA: la motosierra libertaria paraliza la fábrica de aviones y deja sin salario al 70% de sus trabajadores

En tiempos donde el relato oficial se obsesiona con reducir el déficit a cualquier costo, FAdeA se convierte en un espejo del futuro cercano: una Argentina que desinvierte en conocimiento, castiga el trabajo calificado y apaga motores que tardarán años en volver a encenderse.

La Fábrica Argentina de Aviones (FAdeA), emblema estatal de la industria aeronáutica nacional con sede en Córdoba, atraviesa su crisis más aguda en años.

Más de 700 trabajadores cobraron apenas el 30% de sus sueldos este mes, lo que detonó una movilización gremial masiva este jueves y visibilizó el impacto directo de las políticas de ajuste libertario impulsadas por el presidente Javier Milei sobre el tejido industrial y tecnológico del país.

El conflicto, lejos de ser un accidente administrativo, es la consecuencia directa del vaciamiento por omisión: desde la llegada al gobierno de Milei y la designación de Julio Manco como director de FAdeA en febrero, no se firmaron los contratos estatales que sostienen el 80% de los ingresos de la empresa, principalmente tareas de mantenimiento para la Fuerza Aérea Argentina. A la espera de auditorías, validaciones legales y lo que el oficialismo denomina “racionalización del gasto”, lo que hay en el presente es una fábrica paralizada, aviones detenidos y salarios impagos.

En sus hangares, tres aeronaves Hércules C-130 —clave para la logística militar y misiones humanitarias— permanecen varadas, sin mantenimiento. Mientras tanto, los trabajadores con formación técnica especializada ven su labor desvalorizada, su fuente de ingreso en riesgo y su dignidad profesional despreciada por un modelo económico que prioriza la motosierra ideológica sobre la inversión estratégica.

FAdeA no es una empresa más. Es un símbolo de soberanía tecnológica y autonomía industrial. Pero para el gobierno de Milei, que profesa un credo privatista a ultranza, estas nociones son parte de un pasado “estatista” que debe ser arrasado. El silencio oficial sobre los contratos pendientes, la falta de una fecha concreta para la regularización, y la retórica de la eficiencia que nunca se traduce en resultados, generan una incertidumbre corrosiva que afecta no solo a la planta productiva, sino al horizonte estratégico de Defensa nacional.

En un intento desesperado por sostener operaciones básicas, FAdeA recurrió a contratos con empresas privadas como Flybondi, JetSmart y Aerolíneas Argentinas, así como un convenio con la firma brasileña Akaer. Pero estos ingresos representan solo un 20% del presupuesto operativo necesario. Es decir, la empresa sobrevive en modo emergencia, sin planificación, sin inversión y con un plantel profesional subutilizado.

El Ministerio de Defensa afirma que “los consensos están encaminados”, pero no ofrece certezas. Tampoco reconoce públicamente la gravedad del caso: una empresa estatal estratégica reducida a su mínima expresión por desidia presupuestaria.

El episodio no es aislado. Se suma a una serie de señales preocupantes sobre la intención del gobierno de desarticular o debilitar el entramado productivo estatal. La consigna libertaria de achicar el Estado no distingue entre burocracia improductiva y polos industriales vitales; todo entra en la misma licuadora fiscal.

La marcha de este jueves no fue solo un reclamo por salarios. Fue también un grito colectivo contra el desmantelamiento de un proyecto industrial con décadas de historia y contra un modelo que trata a los trabajadores como variables prescindibles de una ecuación de Excel.

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