El PRO se alinea con los libertarios en Buenos Aires
En una decisión que refleja tanto pragmatismo electoral como tensiones irresueltas, el PRO de la provincia de Buenos Aires avanza hacia un acuerdo con La Libertad Avanza (LLA) para conformar un frente común de cara a las elecciones provinciales.

Este viernes, la asamblea partidaria presidida por Néstor Grindetti votará la autorización para que Cristian Ritondo selle formalmente la alianza ante la Justicia Electoral, en el último paso institucional antes del cierre de alianzas previsto para el 9 de julio.
Aunque aún no se confirma el nombre definitivo del frente, las conversaciones apuntan a competir bajo la denominación de Frente La Libertad Avanza, un gesto que despierta recelos dentro del propio PRO. Parte de la dirigencia amarilla teme diluir su identidad en el espacio libertario, aunque desde el entorno de Ritondo minimizan la cuestión, argumentando que el PRO históricamente participó de frentes electorales y que “nunca fue a una elección provincial con boleta propia”.
Esta negociación se produce en un escenario donde el expresidente Mauricio Macri decidió mantenerse al margen, con el recordado mensaje de “acordar con dignidad”. La responsabilidad recayó entonces en Ritondo, quien junto a Sebastián Pareja —operador de Javier Milei en la provincia— terminó de encauzar la estrategia.
Más allá del objetivo de maximizar chances electorales, el acuerdo expone las tensiones internas de un PRO que intenta proteger los 13 municipios que hoy gobierna en la provincia, incluyendo distritos clave como Vicente López, General Pueyrredón o San Isidro. Para preservar la gobernabilidad local, se negoció un “pacto de no agresión” con los libertarios, de forma que LLA no compita ni complique la gestión de estos intendentes. Sin embargo, intendentes cercanos a Jorge Macri ya reclaman mayor protagonismo en el reparto de candidaturas y en la futura coordinación territorial.
El armado conjunto, presentado como una alianza meramente electoral y no como una integración política, deja planteados varios desafíos. Por un lado, el PRO deberá evitar que el discurso radicalizado de LLA opaque su propuesta tradicional de centroderecha moderada. Por otro, la definición de las listas de candidatos, que vencerán el próximo 19 de julio, amenaza con abrir nuevas fricciones entre intendentes, dirigentes nacionales y operadores libertarios.
Este movimiento evidencia el momento de reconfiguración profunda que atraviesa la centroderecha argentina. El PRO, sin liderazgos claros tras la retirada táctica de Mauricio Macri, parece optar por acoplarse al fenómeno Milei para no quedar relegado ante el electorado que exige un discurso más disruptivo y duro contra el statu quo. El riesgo, para muchos en el partido, es terminar siendo furgón de cola de un proyecto libertario que no necesariamente comparte ni valores ni estilos de gestión.
En los próximos días, la atención pasará de la firma de la alianza a la definición de candidaturas y de la estrategia de campaña, donde deberán convivir dos culturas políticas distintas: la del PRO, con un aparato territorial consolidado, y la de La Libertad Avanza, más centrada en la figura carismática de Milei y en un relato antisistema. El resultado será una prueba de fuego para saber si el pragmatismo electoral logra imponerse sobre la fractura ideológica, o si el experimento termina generando más problemas de los que resuelve.
