Cristina Kirchner reapareció con un duro mensaje: «Si no nos ponemos a pensar la deuda, somos boleta»
Fiel a su estilo, la exmandataria combinó diagnóstico económico, crítica al gobierno actual y una apelación frontal a todo el arco político para encarar lo que definió como el verdadero nudo de la crisis nacional: la deuda externa.

En un discurso cargado de advertencias estructurales, Cristina Fernández de Kirchner volvió a intervenir públicamente en el escenario político argentino con un mensaje grabado desde su domicilio en Constitución, dirigido a más de 10.000 militantes congregados en Parque Lezama por el Día de la Independencia.
Su frase más contundente —“Si no nos ponemos a pensar cómo encarar y resolver esta cuestión, somos boleta”— funcionó como resumen de una exposición en la que insistió en que el problema del endeudamiento trasciende cualquier grieta ideológica y amenaza la soberanía del país. A tono con la fecha patria, Cristina no dudó en interpelar el concepto mismo de independencia: “¿Somos realmente libres o estamos ejecutando políticas dictadas desde afuera?”.
El mensaje apuntó especialmente a dos ejes: el peso asfixiante del acuerdo con el FMI y la imposibilidad estructural de generar los dólares necesarios para sostener simultáneamente el desarrollo interno y el cumplimiento de los vencimientos externos. “Les debemos más de 65.000 millones de dólares. Somos el primer deudor global del Fondo. Más desastre no se puede imaginar”, denunció, al tiempo que recordó que todavía no se ha comenzado a pagar capital y que los vencimientos más duros le caerán al próximo —y al siguiente— gobierno.
Lejos de limitarse a la crítica, CFK trazó una línea directa con su propia gestión y la de Néstor Kirchner, al recordar que fue su espacio político el que protagonizó la reestructuración de deuda más significativa de la historia argentina y el que canceló el pasivo con el FMI en 2005. “Digo resolver y no posponer”, subrayó, en una frase que también puede leerse como un mensaje interno al peronismo: no alcanza con resistir, hay que ofrecer soluciones concretas.
Cristina evitó entrar en la coyuntura partidaria inmediata y no hizo mención a posibles candidaturas, pero su discurso claramente buscó marcar la agenda opositora con una advertencia estratégica: el problema de la deuda no solo amenaza la estabilidad económica, sino también la viabilidad política de cualquier proyecto alternativo. Por eso, llamó a un abordaje colectivo, que incluya a “todos los argentinos, sean de izquierda, de derecha, de abajo o de arriba”.
La exmandataria también lanzó críticas filosas al actual presidente Javier Milei, a quien acusó de “desgobierno” y de sostenerse artificialmente por los préstamos del propio FMI, aun cuando ya está incumpliendo las metas acordadas. “Le siguen prestando para mantenerlo con el agua al cuello pero sin ahogarse”, ironizó.
En definitiva, Cristina reapareció no solo como exlíder de un gobierno pasado, sino como voz de alerta sobre un futuro incierto. Su mensaje interpela tanto a quienes gobiernan como a quienes aspiran a gobernar. La deuda externa, advirtió, ya no es un tema técnico ni ajeno a la vida cotidiana: afecta a las familias, al desarrollo, a la soberanía. Y si no se resuelve, “somos boleta”. No fue una consigna de campaña. Fue una sentencia.