Adolescentes en jaque: la crisis económica achica sueños y acelera la presión por trabajar
Un reciente informe de Argentinos por la Educación vuelve a encender las alarmas sobre el futuro de los jóvenes en el país: seis de cada diez estudiantes de 15 años sienten que sus posibilidades de desarrollo están condicionadas por la falta de recursos económicos.

Se trata de un dato inquietante, no solo porque supera el promedio de la OCDE, sino porque expone cómo la crisis y los recortes en políticas públicas como las Becas Progresar se traducen en un horizonte más estrecho para quienes aún no terminaron la secundaria.
La preocupación es más marcada entre los sectores más vulnerables, donde el 67% de los adolescentes percibe que sus limitaciones económicas los obligarán a cambiar sus planes. Entre los de mayores recursos, el porcentaje se reduce al 55%, pero sigue por encima de la media internacional. Este contraste muestra, con crudeza, cómo la desigualdad social no solo impacta en el presente, sino también en la capacidad de proyectar un futuro distinto.
El informe señala que la mayoría de los jóvenes manifiesta deseos de seguir estudiando, aunque la realidad marca otra cosa: solo uno de cada cuatro logra hacerlo sin necesidad de trabajar al mismo tiempo. La presión familiar también juega un rol determinante. Casi la mitad de los alumnos asegura sentir que sus padres los empujan a elegir un camino específico, ya sea la universidad, el trabajo o un oficio. En los hogares más pobres, la presión alcanza al 55% de los adolescentes, lo que convierte al país en el de mayor incidencia en la región.
El contraste entre expectativas y realidad es contundente. Según la Encuesta Permanente de Hogares, entre los jóvenes de 19 a 25 años un 26% ni siquiera terminó la secundaria, mientras que un 12% no estudia ni trabaja. La brecha entre lo que los adolescentes sueñan y lo que efectivamente logran se amplía en un contexto de recesión, falta de empleo y un Estado que reduce sus apoyos educativos.
Los especialistas advierten que este escenario plantea un desafío urgente para el sistema escolar: ya no alcanza con transmitir contenidos, sino que resulta clave orientar a los estudiantes, brindarles información clara sobre las alternativas que existen y, sobre todo, abrir espacios para pensar y compartir proyectos de vida. En un país donde la pobreza golpea a más de la mitad de los chicos y adolescentes, esa tarea adquiere un carácter no solo pedagógico, sino también político y social.
El dato central que deja este informe es incómodo: los jóvenes argentinos están aprendiendo demasiado temprano a hacer cuentas para sobrevivir, en lugar de proyectar sus vocaciones. Y cuando la economía obliga a achicar sueños, el futuro colectivo también se vuelve más estrecho.
