Una mirada subjetiva de la sexualidad en tiempos de pospandemia (Parte III)
“La sexualidad pos pandemia tendrá dos vertientes por demás desafiantes: por un lado, habrá una generación totalmente en blanco sin identidad ni bases morales que les permita desarrollar una sexualidad óptima en todas sus dimensiones. Mientras que por otro lado, y no menos consecuente, la sexualidad se teñirá de erotismo en todas sus manifestaciones posibles, mayor promiscuidad y depravación en cualquier contexto y hora del día. Ya nada, absolutamente nada será privado”. Es el planteo del Profesor Andrés Martínez* en esta tercera y última entrega de “Una mirada subjetiva de la sexualidad en tiempos de pospandemia”, un ensayo que nos advierte sobre el contexto de lo íntimo en el desarrollo de la pandemia y las consecuencias que trae aparejado en su contexto. Al final, una advertencia en vivas luces de alerta que no tiene desperdicio.

La era del erotismo, el segundo postulado
El erotismo siempre fue una parte importante de la sexualidad a lo largo de la historia y por supuesto que eso no significa una dificultad significativa en la condición natural del hombre.
Sin embargo, tenemos sobradas razones para afirmar que el erotismo borrascoso está produciendo estragos en la sexualidad de la generación presente llevándolos a innovar métodos anti ortodoxos como el denominado “sexo virtual” que no hace más que promover los sentidos sensoriales a través de la música, la lectura y la exhibición de pornografía infantil en series y películas.
Pareciera que lo que estoy señalando es algo que ya ocurría antes de la pandemia, y claro que es así, sólo que las prácticas de este tipo se llevaban a cabo en escenarios privados y con una restricción más moderada de lo habitual. En plena pandemia, se muestran aumentos abruptos de imágenes sensuales en cualquier horario del día y, si le sumamos a esto, la educación en sexualidad que se está desarrollando en las aulas conlleva un tono de adoctrinamiento y no de una enseñanza en la sexualidad sostenida en valores y fundamentos claros para prevenir y responsabilizar al individuo en los peligros propios de su cuerpo.
Es decir que el adolescente tiene ante sus ojos la simbiosis perfecta entre lo que ve en los medios digitales y los materiales “pedagógicos” que recibe de su colegio. Esto, sin duda alguna, representa un recambio en el paradigma clásico de la sexualidad humana por un modelo más liberador y de-constructor de la esencia femenina y masculina.

Ya no habrá espacio para gozar de una sexualidad clara tendiente a configurar un amor acendrado y legítimo en donde el varón y la mujer se vinculan a partir de la necesidad imperante de construir un espacio de diálogo, de compromiso y de respeto el uno por el otro. Antagónicamente, y terminada la cuarentena, nos habremos de encontrar con adolescentes sicalípticos capaces de cometer toda clase de orgías en espacios que anteriormente no se conferían.
La postrer sexualidad no es para nada alentador ni mucho menos esperanzador en términos de castidad ya que, las condiciones para que la lascivia se acreciente y controle la biología humana, está al caer y ante eso, no resta más que afianzar y ratificar que, tanto aumentará la maldad que el amor reciproco de muchos se enfriará.
Es decir que la sexualidad pos pandemia tendrá dos vertientes por demás desafiantes: por un lado, habrá una generación totalmente en blanco sin identidad ni bases morales que les permita desarrollar una sexualidad óptima en todas sus dimensiones. Mientras que por otro lado, y no menos consecuente, la sexualidad se teñirá de erotismo en todas sus manifestaciones posibles, mayor promiscuidad y depravación en cualquier contexto y hora del día.
Ya nada, absolutamente nada será privado. Entonces, es inminente preguntarse: ¿De qué manera enfrentaremos las nuevas manifestaciones de la sexualidad, sabiendo que esta no es para nada servible?

Neil Postman planteo un axioma respecto a que la educación debería ser termostática[1]. Cuando la pieza se enfría demasiado, el termostato enciende el calor; cuando se acalora mucho, el termostato enciende el aire acondicionado.
El termostato mantiene la temperatura balanceada contrarrestando el clima prevaleciente. Neil dice que la educación debe hacer lo mismo. Cuando la cultura es estática e inflexible, la educación puede flexibilizar el pensamiento de la gente y cuando se encuentra en cambio constante, la educación debe ser una fuerza a favor de la estabilidad. En un ambiente digital en donde los colegios orientan sus enseñanzas a través de sitios y paginas “educativas”, la educación debe bregar y hacer hincapié en la lectura y la escritura. Y, cuando las corrientes ideológicas y perversas intentan adoctrinar en aseveraciones anticientíficas en la sexualidad humana, la educación debe imponer la verdad y solo la verdad sobre los cánones biológicos que conforman al varón y a la mujer.
La educación, hoy más que nunca, debe proporcionar las herramientas adecuadas sobre las valores absolutos que permitan al individuo comprender y discernir la verdad del engaño, lo real de lo absurdo, lo estable de lo relativo y lo sagrado de lo corrupto. Hace dos mil años atrás aproximadamente, el salmista se preguntó algo muy cierto y real en estos tiempos
Y cuando las bases mismas se vienen abajo ¿qué puede hacer el hombre honrado?

En una edificación las bases y los cimientos son importantes, según sea su firmeza y consistencia, así será su estabilidad y durabilidad. En los países en donde los sismos y terremotos son frecuentes por la ubicación geológica del territorio, los arquitectos diseñan estructuras especiales capaces de resistir todo movimiento imprevisto que pudiera surgir por cuestiones climáticas sin el mayor costo posible de pérdidas humanas. Así también debería ser nuestra posición moral en estos tiempos de total irrelevancia sexual en donde los hábitos humanos son modificados y regulados por un ambiente cultural dominado por fuerzas anticientíficas y financiadas por organismo mundiales de renombre.
Sabemos, y no ignoramos, que las consecuencias de predicar la verdad sobre la sexualidad binomial en los ámbitos educativos y sociales, tendrá un valor despotricado para algunos, pero no podemos colocarnos en las filas de la trivialidad e inmoralidad, que tanto está destruyendo la mente de los niños. Recordemos que el sistema cultural actual promete libertades absolutas, pero son ellos mismos esclavos de toda corrupción. La educación, en materia de prevención de las infecciones de transmisión sexual, ha tenido escasas defensas contra el abismo de la decadencia humana. Por ejemplo: para acortar el número de contagios del VHI-SIDA, promovió el uso de preservativos sin siquiera saber si los adolescentes saben usarlo motivando así, la promiscuidad sexual.
Otro caso es el del autoconocimiento del cuerpo, que en vez de apelar a lo científico, se promueve la exploración liberal del cuerpo teniendo contacto físico y virtual con personas del mismo sexo o a través del consumo de pornografía. En palabras de Kyle Idkeman, la cultura prevaleciente de hoy es “patas para arriba”[2]
Actuemos con la verdad. Ella libera, restaura y sana lo que el secularismo ha desvirtuado por décadas con nefastas ideologías y corruptas prácticas que no han hecho más que modificar el diseño original de la sexualidad humana.
*
Profesor Andrés Martínez; Autor del libro “ESI- Educación Sexual Integral”. Miembro de la Iglesia Evangélica Movimiento Cristiano y Misionero. Coordinador provincial de Docentes del Reino “ADORA” Argentina. Santiago del Estero-La Banda.
[1] Niel Postman. La enseñanza como una actividad de conservación. Nueva York: Delacorte Press 1979
[1] Kyle Idkeman Libro “patas para arriba” 2019 ediciones Peniel.