2 de octubre de 2025

Trump queda atrapado en su propia trampa: el swap con Argentina desata una tormenta política en su gobierno

El episodio expone la contradicción central del trumpismo: en nombre de “Estados Unidos primero”, se justifican políticas que, en la práctica, terminan castigando a los trabajadores y agricultores norteamericanos. Si el shutdown se prolonga y la tensión rural escala, el swap con Argentina podría transformarse en un búmeran que golpee directamente en el corazón político de Trump.

La decisión del Tesoro de Estados Unidos de otorgar a la Argentina un swap por 20.000 millones de dólares se convirtió en una inesperada crisis política para Donald Trump.

El anuncio, defendido por el secretario del Tesoro, Scott Bessent, no solo desató la oposición del Partido Demócrata y de asociaciones de agricultores, sino que también generó resistencias en el propio Partido Republicano.

El trasfondo es evidente: la ayuda extraordinaria al gobierno de Javier Milei aparece como un favor político que contradice el aislacionismo del movimiento MAGA y expone las grietas de la narrativa de “Estados Unidos primero”.

La magnitud del auxilio sorprende: el Fondo de Estabilización Cambiaria (ESF) no destinaba semejantes recursos desde el rescate a México durante el “Efecto Tequila” en 1994. Pero ahora, el contexto es aún más conflictivo: el swap llega en medio de un cierre del gobierno federal por la falta de acuerdo en el Congreso, lo que dejó a cientos de miles de empleados sin sueldo y a agencias federales sin financiamiento. El contraste resulta explosivo: mientras se congelan programas sociales y partidas internas, se comprometen miles de millones para sostener a un aliado extranjero.

Los cuestionamientos arrecian de ambos lados del espectro político. Elizabeth Warren y Bernie Sanders pidieron detener la asistencia y denunciaron que Trump “usa el dinero de los contribuyentes para apuntalar a un amigo ideológico”, mientras el agro —clave en el voto rural que sostiene al expresidente— denuncia que el swap beneficia a la Argentina en detrimento de los productores norteamericanos. El mensaje filtrado de la secretaria de Agricultura, Brooke Rollins, puso en evidencia el malestar: la eliminación de aranceles argentinos y la venta de soja a China desplazaron a los agricultores estadounidenses en su propio mercado estratégico.

El golpe político no es menor. Senadores republicanos de estados agrícolas, como Chuck Grassley, se sumaron al rechazo y preguntaron por qué se rescata a Argentina mientras se hunden los precios de la soja local. La paradoja es que Trump, que construyó su capital político sobre el nacionalismo económico y la guerra comercial, hoy enfrenta el costo de priorizar la supervivencia de un aliado externo sobre las penurias de su propia base electoral.

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