27 de septiembre de 2025

Triple femicidio en La Matanza: el crimen fue transmitido en vivo por Instagram

Según explicó, la emisión no fue casual, sino una demostración de fuerza del líder de la organización narco, que justificó el ataque con la frase: “Esto es lo que le pasa al que me roba drogas”.

Ph: C5N

El caso del triple femicidio de Brenda, Lara y Morena en Florencio Varela adquirió un componente estremecedor: el ministro de Seguridad porteño, Javier Alonso, reveló que el asesinato fue transmitido en vivo por Instagram para un grupo cerrado de 45 personas.

La brutalidad del hecho expone una lógica de disciplinamiento propia de estructuras mafiosas: la violencia no se oculta, se exhibe como espectáculo para infundir terror y consolidar poder dentro y fuera de la banda. La utilización de redes sociales como escenario del crimen marca un salto cualitativo en las dinámicas delictivas, donde la frontera entre lo privado y lo público se desvanece y la virtualidad amplifica el mensaje intimidatorio.

Alonso advirtió que la organización opera sin límites territoriales, con ramificaciones en la Ciudad y el conurbano, lo que obliga a repensar la coordinación entre fuerzas de seguridad. En esa línea, señaló que uno de los detenidos, de nacionalidad peruana, estaría vinculado al grupo, mientras que el principal acusado —un joven de 23 años apodado “el pequeño J” o “Julito”— sigue prófugo con pedido de captura.

El trasfondo del caso apunta a un móvil disciplinario, más que económico: construir una “imagen terrorista” que fortalezca la autoridad del líder. La decisión de transmitir el crimen en vivo, destinada a un círculo selecto, remite a prácticas de propaganda violenta similares a las de organizaciones criminales internacionales, que buscan tanto el control interno como el impacto externo.

El triple crimen no solo revela la vulnerabilidad de jóvenes reclutadas mediante engaños, sino también la capacidad de los grupos narcos de aprovechar las redes sociales como herramienta de control, intimidación y propaganda. El desafío, como planteó Alonso, es doble: enfrentar la violencia organizada con políticas coordinadas y evitar que la espectacularización del horror se convierta en un recurso habitual del delito.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *