Textiles en crisis: 400 empresas cerradas, 12 mil empleos menos y un modelo económico que “no da para más”
El dato, que refleja la profundidad de la recesión bajo la administración de Javier Milei, fue presentado por la Fundación Pro Tejer en su informe sectorial Argentina a contramano del mundo y condensa el malestar de un sector históricamente sensible a los vaivenes de la economía.

La industria textil argentina se desploma. En apenas 18 meses, casi 400 empresas bajaron la persiana y más de 12 mil trabajadores perdieron sus empleos.
Luciano Galfione, presidente de Pro Tejer, lo dijo sin rodeos: “Advertimos que esto iba a pasar. El sector textil es un termómetro de la economía: cuando a nosotros nos va mal, a la Argentina le va peor”.
Y los números lo confirman: entre enero y agosto de 2025, las importaciones textiles crecieron un 74% en volumen y un 40% en dólares frente al mismo período del año anterior, mientras la industria local se desangra por la competencia externa, los impuestos y la caída del consumo.
El esquema impositivo desnuda el problema estructural: una remera de primera marca paga más de un 50% en tributos, mientras apenas el 8,5% corresponde al costo industrial de fabricación. A esto se suma un boom importador alentado por el atraso cambiario y el fenómeno Shein, que desplaza a la producción nacional con precios imposibles de competir.
Paradójicamente, pese a la crisis, el sector invirtió 1.400 millones de dólares en maquinaria en los últimos tres años, una apuesta a la modernización que hoy choca con un modelo económico recesivo. “Somos muy buenos en lo que hacemos, no aflojamos, pero necesitamos ayuda porque esto no da para más”, remarcan los industriales.
El gobierno, por su parte, responde con un mantra: “reinventarse”, “adaptarse” y “pensar en exportar”. Sin embargo, el diagnóstico que surge de Pro Tejer es lapidario: un esquema que desacelera la inflación a costa de una prolongada recesión y un consumo deprimido, que se suma a la falta de reservas y al debilitamiento de las capacidades industriales. Para muchos, más que una transición, se trata de un modelo agotado.
El sector llega a su congreso anual en Avellaneda con un clima de urgencia. Allí se debatirá no solo el presente, sino el futuro de una industria que fue motor de empleo y que hoy se enfrenta a la disyuntiva de sobrevivir o extinguirse en el marco de una política económica que privilegia las importaciones por sobre la producción nacional.