Se complica el salvataje de Trump a Milei: los demócratas piden frenar la ayuda a la Argentina
La controversia refleja cómo la política estadounidense se filtra en la relación bilateral con Argentina y cómo el vínculo personal entre Trump y Milei se convierte en un factor de fricción interna. En última instancia, el debate no se centra solo en el destino de los fondos, sino en el uso de los recursos públicos para apuntalar a un aliado en el exterior en plena disputa por el poder en Washington.

El Partido Demócrata de Estados Unidos pidió al gobierno de Donald Trump que suspenda cualquier asistencia financiera a la Argentina y que incluso el expresidente evite viajar al país. La advertencia surgió a partir de una carta firmada por legisladores de peso como Elizabeth Warren y Bernie Sanders, quienes cuestionaron el plan de destinar 20.000 millones de dólares en respaldo al gobierno de Javier Milei.
El planteo introduce una fuerte tensión política en Washington, ya que la ayuda a Buenos Aires es vista por la oposición como un movimiento de Trump para fortalecer a un aliado ideológico en el extranjero, aun a costa de sectores productivos locales. Los demócratas denunciaron que el paquete de asistencia podría dañar directamente a los agricultores estadounidenses, en un contexto marcado por la decisión argentina de suspender tributos a la exportación de soja, medida que incrementa la competencia para el agro norteamericano.
La misiva subraya que Milei es considerado “uno de los amigos personales y aliados ideológicos más cercanos” de Trump, lo que convierte la ayuda en un gesto de alineamiento político más que en una política de Estado. “En lugar de subsidiar a un país extranjero para influir en las elecciones de mitad de mandato en nombre de su amigo, deberían priorizar la reducción de los costos para las familias estadounidenses”, reprocharon los legisladores.
El trasfondo del reclamo apunta a una cuestión mayor: la utilización de la política exterior como herramienta electoral. Para los demócratas, la estrategia de Trump responde a la necesidad de exhibir liderazgo internacional y consolidar vínculos con figuras que lo respaldan en su cruzada contra el establishment global. En esa lógica, la ayuda a Argentina aparece como una inversión política más que económica, con beneficios difusos para Estados Unidos pero claros dividendos en el plano simbólico y electoral.