6 de octubre de 2025

Santilli, de «corrupto» a candidato clave de Milei

La paradoja es evidente: el presidente que alcanzó el poder bajo la bandera de la «motosierra» contra la clase política tradicional ahora rescata a uno de los símbolos que más fervientemente había criticado. La pregunta analítica que se impone es si este pragmatismo extremo será interpretado por su base electoral como una estrategia necesaria u otras de las tantas traiciones al mandato de la «anticasta».

El inminente ascenso de Diego Santilli al primer puesto de la lista de candidatos a diputados nacionales por La Libertad Avanza (LLA) en la provincia de Buenos Aires, a raíz de la renuncia de José Luis Espert y la aplicación de la Ley Electoral, desnuda una tensión analítica y crítica en el corazón del movimiento que se autodefine como «anticasta».

Si bien el mecanismo de reemplazo por la ley de paridad de género es administrativo, la elección de Santilli es un pragmatismo político que choca de frente con el discurso fundacional del propio presidente Javier Milei.

El archivo del mandatario es, en este contexto, demoledor y explícitamente crítico. Solo en 2023, Milei no solo descalificó a Santilli como un candidato superficial, tildándolo de «el candidato de los TikTok y el boludeo» en medio de la crisis de inseguridad bonaerense, sino que lo acusó directamente de corrupción.

«No hay nadie que no diga que es un corrupto. Es el que se pagaban la fiesta de cumpleaños con la tuya», sentenció Milei en una publicación de X, señalándolo como parte de la «casta» que el libertario juró erradicar.

Esta retórica, que vinculaba a Santilli con prácticas clientelares y el despilfarro de fondos públicos, se profundizaba al equiparar la gestión del PRO (en particular la dupla Larreta-Santilli) con un «verdadero peligro» por su dirigismo, llegando a una analogía extrema: «¿Imaginan comunistas eficientes? En lugar de matar a 150M de personas habrían matado a más de 300M».

El giro actual, que lo convierte de figura de la «casta corrupta» a candidato principal en el distrito electoral clave, obliga a una lectura crítica sobre la consistencia ideológica de LLA. El movimiento pasa de la denuncia intransigente a la absorción de figuras que, hasta hace poco, eran el blanco principal de su prédica moral.

Este movimiento no es solo un reemplazo numérico; es un sacrificio de la pureza discursiva en pos de la conveniencia electoral y la consolidación de poder. La designación de Santilli, un político con peso propio y estructura proveniente de fuerzas tradicionales, sugiere que el proyecto libertario está dispuesto a flexibilizar sus principios anticorrupción y anticasta para fortalecer su posición en el Congreso, una necesidad imperiosa para la gobernabilidad de Milei.

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