Santiago del Estero entró en la preocupante fase del “relajamiento social”
La Pandemia por Covid-19 se las trae y a esta altura de las circunstancias hay más dudas que certezas. En un contexto internacional, preocupa a la comunidad científica la mutación del virus, que de ser cierto, habría elevado 6 veces su capacidad de contagio. Lo que sería un verdadero problema para las farmacéuticas que prueban algunas vacunas en la vorágines propia de una verdadera carrera contra reloj, porque, una vez más, de ser cierto, estás no serían eficientes ante el cambio radical del virus, necesitándose vacunas más fuerte que genere más anticuerpos. Mientras tanto, en el contexto nacional, el coronavirus llegó a provincias que no tenían contagios. Un caso testigo es Catamarca que pasó de 0 a 40 casos confirmados, en cuestión de horas. En Santiago del Estero, el “no pasa nada” ya ha tomado más empuje y el relajamiento social, parece ser, se nota con mayor fuerza en diferentes puntos de la provincia.
Editorial

Como se sabe, el Gobierno Nacional y los distritos provinciales, tomaron la
iniciativa de cuidar la salud de la población. Para ello dispusieron varias
medidas preventivas y protocolos sanitarios ante la idea de que se estaba
peleando contra un enemigo invisible, del cual se conocía “nada”, por ende se
desconocía una vacuna, y con la única certeza de que la mejor defensa era el
aislamiento social para evitar la propagación y circulación del virus.
Así, de un día para el otro, nos encontramos cumpliendo una cuarentena que con el paso de los días y los tan mentado testeos y el achatamiento de la curva de contagios, se fue fexibilizando de manera gradual, con el propósito de devolverle a la gente la sensación de normalidad, pero con algunas restricciones.
Esa nueva normalidad incluía el uso obligatorio del barbijo y el
distanciamiento social. Sin embargo, en nuestra provincia ésta fase de la
pandemia no es otra que la fase del “relajamiento social”.
Porque si nos ponemos a hilar fino, en el casco céntrico donde los controles son más estrictos, la sociedad santiagueña respeta a medias, el uso del barbijo y el distanciamiento social. Y son reiteradas las escenas en la que la Policía o el personal municipal, llama la atención a aquellos peatones que no hacen el uso correcto del barbijo.
En algunos bares del microcentro no hay alcohol en la entrada, al igual que en muchos supermercados que por su superficie se permite el ingreso de una cantidad considerable de clientes. En los primeros, se observa que muy pocos tienen este elemento en las mesas y lo preocupante es que ni siquiera se respeta el distanciamiento social, cuanto más en los segundos, donde suele haber filas para pagar en las que prácticamente, las personas están expuestas al contagio. Pero nadie dice nada.

Por otro lado, en algunos barrios de la Ciudad Capital se observan a
personas de todas las edades, circulando sin barbijos, sin distanciamiento
social, compartiendo la ronda de mates -que en realidad nunca se fue- y los
consabidos picaditos de fútbol en la canchita.
Días pasados, cuando se conocieron los nuevos contagios por Covid-19, a
través de sus redes sociales el gobernador Gerardo Zamora explicó que se
llevaba adelante un tremendo esfuerzo desde el área de salud, que incluía
cientos de hisopados diarios a personas sospechosas y que a su vez se
atendieron casos positivos en el Hospital Independencia y llamó a la reflexión de los santiagueños en términos: “les pido por favor, que todos y cada uno de nosotros también cumplamos con nuestra responsabilidad, y nos cuidemos. Y si nos cuidamos cumpliendo las normas de prevención, también cuidamos a los demás».
En estos tiempos en los que se habla mucho de la privación de las libertades, con fundamentos mendaces y carentes de argumentos sólidos, es importante que la sociedad santiagueña asuma el compromiso que trae aparejado la responsabilidad civil y moral de cada uno de sus integrantes.
Pasa que esas medidas preventivas dispuestas en la cuarentena, cuyo fin es cuidar la salud, nunca podrían cortar las libertades que algunos levantan como banderas, sino por el contrario, son necesarias para evitar contagios.
Tal vez, algunos piensen que sus libertades se ven dañadas, y con una gran cuota de rebeldía solapada, incumplen las disposiciones y caen en la
negligencia de organizar reuniones sociales con más de 10 personas, sin observar los protocolos y con ingesta de alcohol incluido, sin permisos ni
autorizaciones que las validen.
Por eso, cuando hablamos de la fase de relajamiento social, no estamos
diciendo nada que no tenga un correlato con la realidad en Santiago del Estero y el pedido del gobernador se vuelve más audible todavía: “Cumplamos con nuestra responsabilidad, y cuidémonos. Y si nos cuidamos cumpliendo las normas de prevención, también cuidamos a los demás».