Reino Unido, Canadá y Australia reconocieron al Estado de Palestina y reconfiguran el tablero diplomático en Medio Oriente
El anuncio, realizado en simultáneo por los primeros ministros Keir Starmer, Mark Carney y Anthony Albanese, no solo busca impulsar la solución de dos Estados, sino que también constituye una señal política de alto impacto frente a la resistencia de Estados Unidos e Israel.

La decisión de Reino Unido, Canadá y Australia de reconocer oficialmente al Estado de Palestina marca un punto de inflexión en la política internacional hacia el conflicto en Medio Oriente.
Con este movimiento, las tres potencias occidentales se suman al grupo mayoritario de países de la ONU —147 de sus 193 miembros— que ya habían otorgado reconocimiento diplomático a Palestina. Sin embargo, lo novedoso es que se trata de aliados tradicionales de Washington y con fuerte influencia en la arquitectura internacional, lo que reequilibra la correlación de fuerzas en el debate sobre la paz en Medio Oriente.
El anuncio ocurre además en vísperas de la Asamblea General de Naciones Unidas en Nueva York, donde se espera que Francia y otros países europeos formalicen decisiones similares, configurando un bloque de apoyo más sólido a la causa palestina.
El primer ministro británico, Keir Starmer, justificó la medida en la necesidad de mantener “viva la posibilidad de paz” y de construir un futuro con un Israel seguro y un Estado palestino viable. De manera explícita, marcó distancia con la visión del presidente estadounidense Donald Trump, quien rechaza reconocer a Palestina. Canadá y Australia coincidieron en el énfasis sobre la exclusión de Hamás de cualquier futuro gobierno palestino, planteando que el reconocimiento no constituye un aval al grupo islamista, sino un intento de restituir agencia política al pueblo palestino.
Israel reaccionó con dureza. Su Ministerio de Relaciones Exteriores calificó la decisión como una “recompensa para los yihadistas de Hamás” y la vinculó directamente con la masacre del 7 de octubre. Este rechazo refleja el temor de que el reconocimiento multiplique la presión internacional para un cese de hostilidades y para permitir mayor asistencia humanitaria en Gaza, donde la devastación ha generado condenas globales.
El paso dado por estas tres naciones abre un escenario de tensiones diplomáticas más profundas. Mientras parte de Occidente se realinea con la propuesta de la solución de dos Estados, Estados Unidos e Israel se arriesgan a un aislamiento creciente en foros multilaterales.
El reconocimiento de Palestina por actores centrales del orden internacional no resuelve de inmediato el conflicto, pero envía una señal política que puede reconfigurar tanto las negociaciones de paz como las alianzas estratégicas en la región.