6 de octubre de 2025

Presenciales Si o Presenciales No, el debate social que los argentinos debemos superar

Mucho se dijo y poco quedó claro en estas últimas semanas sobre el retorno, o no, a la presencialidad en las aulas argentinas y en especial, en las escuelas santiagueñas. Por eso es menester, poner en relieve algunas cuestiones que ayudarán a comprender y por sobre todo, a entender porque la educación es importante para algunos y para otros, una chicana política.

El Gobierno Nacional se encargó de repetir hasta el cansancio su voluntad y vocación de un retorno “masivo” a las aulas porque dicen creer en que una “presencialidad cuidada será el eje ordenador del ciclo lectivo 2021”.

Y fue el Ministro de Educación de la Nación, Nicolás Trotta, el encargado de confirmar y reconfirmar, muchas veces a diario ante la misma pregunta formulada por diferentes rostros pero que responden a una misma línea editorial, esa voluntad del gobierno de Fernández por el regreso a la presencialidad.

“Tenemos que sostener más que nunca los cuidados (o sea, las medidas implementadas en torno a la lucha contra el Covid-19) para tener una realidad epidemiológica que nos permita volver a las aulas”, había dicho el titular de la cartera educativa nacional.

Por otro lado, la oposición con sus arietes afilados, gastaron incontables horas televisivas y radiales para oponerse a cualquier decisión gubernamental, páginas y más páginas en los diarios opositores al gobierno donde se podía leer el fracaso de un retorno que aún no fue y miles de mensajes que postearon y postean los “trolls” pagos para copar las redes y confundir al ciudadano de a pie.

Es más, ciertos personajes, quienes debieran llamarse a silencio por una cuestión ética, más que por una censura a sus derechos a expresarse libremente, salieron a decir “abran las escuelas” o “si no abren las escuelas rompemos todo”. La oposición constructiva.

Así habla y así se expresa la oposición constructiva que cuando fue gobierno desfinanció la educación en la Argentina, degradando el ministerio a secretaría, paralizando las obras edilicias o directamente, negándole a los estudiantes el acceso a la virtualidad con la no continuidad del programa “Conectar Igualdad”.

Además, los docentes ya dejaron claro que no se oponen a volver a las aulas presenciales, porque esas cuatro paredes son la razón de su existencia y es allí donde se construye el futuro.

No se oponen tampoco a las clases virtuales que obligó a muchos a buscar recursos actuales y tecnológicos para enriquecer la enseñanza. Mucho menos se oponen a que las clases del ciclo lectivo 2021, tengan el carácter de mixtas, presenciales y virtuales.

Los docentes ya dejaron en claro que volverán a las clases presenciales si las condiciones sanitarias y de seguridad para su salud y la de los estudiantes están dadas. Antes no. Porque saben que en la escuela se pueden desencadenar los contagios pero entienden que si se alejan otro año más de ese sitio de enseñanza la pérdida generacional en educación será insalvable.

Y los padres. ¿Alguien pensó en los padres? Mucho se habla del retorno pero es fundamental la comunicación con los padres en esta etapa, porque ellos son quienes en definitiva decidirán si envían o no a sus hijos a la escuela en tiempos de pandemia.

Tal vez estén pensando en clases combinadas o en aprendizajes remotos o en presencialidad masiva. Nadie lo sabe porque no se les preguntó. Sólo se conoce la opinión de los padres por los medios de comunicación, nuevamente los opositores al gobierno y algunos que a sabiendas del poder de las redes sociales se autodenominan “Padres Organizados”.

Estos se erigen como la voz autorizada para exigir el retorno a las clases presenciales, para que el gobierno brinde precisiones del plan de retorno a las aulas y en caso de no haber regreso presencial, habrá judicialización como ya ocurrió en algunos distritos. Pero, el gobierno ya dijo que habría un retorno. ¿Hay que explicarlo otra vez?

¿Y los estudiantes? De seguro nadie pensó en preguntarles su opinión. Total, ellos son chicos y los chicos no saben nada de la vida.

Entonces, ¿vuelven o no vuelven las clases presenciales? Una pregunta que sólo deja dudas. Y la duda está sembrada, regada, y crece. En realidad hay una pregunta que puede servir para entender mejor: “¿Debieran volver las clases presenciales en Pandemia?

La primera pregunta cobra fuerza por encima del resto porque los “haters” han instalado la pregunta “¿Vuelven las clases presenciales?” seguida de la afirmación: “No vuelven porque el gobierno no tiene un plan, porque necesita un pueblo ignorante para garantizarse sus votos, porque la educación no es su prioridad y si vuelven las clases presenciales, el país se irá al carajo con tantos contagios y muertes”.

¡Bendita Argentina! Nunca hubo tanto autosabotaje en la sociedad como ahora. Desear que al otro le vaya mal para sentir la satisfacción de tener la razón. Desear que el otro fracase para experimentar el goce que produce la burla y la descalificación. Miserias humanas.

Porque para ser honestos, nadie sabe a ciencia cierta que pasará, mucho menos si la voluntad manifiesta del gobierno y la decisión política de volver a las aulas es genuina o “posible” ante el avance de la Pandemia y si ésta vuelta se produce, muchos optaron por dudar, a desear que sea de la mejor manera y beneficiosa para todos los involucrados.

A escasas dos semanas del inicio del ciclo lectivo, el conjunto de la comunidad educativa debería enfocarse y alimentar un debate que ponga en consideración y en valor las experiencias en el aula y las necesidades de sus actores para no diluirse en opiniones, muchas veces infundadas o motivadas por “Fake News”.

Con sinceridad se podría expresar que el retorno de las clases presenciales plantea preocupaciones por la seguridad, si se podrá controlar el uso del barbijo; si serán respetados esos dos metros de distancia; si es conveniente aportar recursos para que la escuela se convierta en un espacio libre de virus; si están dadas las condiciones para que el Estado esté presente en aquellas jurisdicciones donde la desigualdad es real y patente; si un sistema doble de clases, vía online y presencial es viable o si la enseñanza a distancia les asegura un aprendizaje de calidad a los estudiantes más vulnerables.

Con este panorama, es poco menos que difícil, pensar en clases presenciales seguras y “cuidadas”. Porque este año escolar que se inicia pondrá a prueba la buena voluntad de todos.

Sin embargo, podemos aspirar como sociedad a reconocer que la pandemia amenaza el futuro de la educación en nuestro país y que cuanto menos tiempo nos tome como sociedad llegar al consenso mínimo de “presenciales sí”, o “presenciales no”, mayor será el tiempo de reacción para recuperar los espacios educativos perdidos durante 2020.

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