Nicolás Kreplak advirtió un posible colapso del sistema de salud
“Odiar al Estado y usar la motosierra tiene consecuencias que no le explican a la gente”, señaló Kreplak, planteando que la lógica de recortes aplicada por la gestión libertaria afecta un área donde, a su criterio, no es posible ajustar. “La demanda en salud es inelástica. La gente se enferma igual. Si sacás recursos, profesionales, medicamentos, herramientas de prevención, lo que hacés es empeorar la salud de la gente”, enfatizó.

El ministro de Salud bonaerense, Nicolás Kreplak, lanzó este domingo un diagnóstico contundente sobre la situación sanitaria argentina. En declaraciones a C5N, afirmó que el sistema de salud “está al límite” y responsabilizó directamente al ajuste impulsado por el gobierno de Javier Milei, al que acusó de recortar recursos básicos y paralizar programas esenciales.
El ministro trazó un panorama crítico que involucra tanto al sistema público como al privado: hospitales desbordados, obras sociales al borde del colapso, insumos que no llegan, y programas nacionales cerrados o incumplidos. En ese escenario, alertó además por el resurgimiento de enfermedades como el sarampión y la hepatitis A, atribuyendo esta situación al recorte de campañas de vacunación y al virtual congelamiento del programa Remediar.
Kreplak también apuntó al esquema de distribución de fondos, al denunciar que la provincia de Buenos Aires produce el 40% de los recursos nacionales pero solo recibe el 7%, mientras que la Nación, según dijo, “cortó todos los programas que tenía”. “Somos las provincias las que absorbemos las responsabilidades de Milei. Hacemos todo lo que podemos, pero se deteriora la salud de la gente”, advirtió.
La advertencia del ministro bonaerense reabre un debate profundo sobre el impacto social del ajuste fiscal. Si bien el Gobierno nacional argumenta que el recorte es necesario para estabilizar las cuentas públicas, las provincias reclaman que la quita de fondos compromete derechos básicos como la atención médica. El mismo Kreplak puso como ejemplo la crisis del Hospital Garrahan, al que consideró “la punta del iceberg de la cadena de pediatría”, advirtiendo que la fuga de personal sanitario y la falta de recursos podrían desarticular capacidades instaladas durante décadas.
El conflicto sanitario se enmarca, además, en un contexto de mayor presión sobre el sistema público. Con la caída de afiliados a las obras sociales y la imposibilidad de muchas familias de sostener copagos, la demanda hospitalaria creció un 20% según Kreplak, poniendo al límite una estructura que ya venía golpeada tras la pandemia.
En el fondo, la tensión refleja dos miradas de país: la visión libertaria que concibe la salud bajo un modelo mínimo y descentralizado, y la mirada provincial que defiende al Estado como garante de la cobertura universal. Mientras tanto, el riesgo de rebrotes de enfermedades prevenibles y la creciente saturación de hospitales encienden luces de alarma sobre el futuro inmediato del sistema sanitario argentino.