28 de septiembre de 2025

Milei sumerge a Argentina en un conflicto bélico global: envío de tropas al Golfo Pérsico

Mientras la opinión pública se distrae con la polémica por el uso del balcón por parte de Cristina Kirchner, y los grandes medios aliados al gobierno instalan debates insólitos sobre su legalidad, el presidente Javier Milei avanza en una decisión de enorme gravedad que expone a la Argentina a una dimensión bélica inédita desde el retorno de la democracia: el envío de tropas al Golfo Pérsico para sumarse a una coalición militar liderada por Estados Unidos y Gran Bretaña contra Irán.

Lejos de ser una medida simbólica o diplomática, el gobierno ya oficializó su participación en las llamadas Fuerzas Marítimas Combinadas (CMF, por sus siglas en inglés), una alianza internacional compuesta por 46 países que opera en aguas estratégicas y altamente conflictivas. Según consignó Crónica Política, en ese marco, la Argentina desplegará personal militar en la base de Bahréin, sumará aviones de combate Pampa y enviará embarcaciones para tareas de patrullaje marítimo en una de las regiones más explosivas del planeta.

La militarización del país sin debate democrático

Esta decisión, tomada sin discusión previa en el Congreso ni debate público alguno, marca un punto de inflexión en la política exterior argentina. Por primera vez desde la guerra de Malvinas, el país se involucra activamente en un conflicto internacional que no solo no le es propio, sino que puede convertirlo en blanco de ataques en un contexto de máxima tensión geopolítica entre potencias.

El envío de tropas y equipamiento militar al Golfo no puede entenderse de forma aislada. Forma parte de un giro radical en materia internacional, donde Milei ha decidido alinearse de manera acrítica con la agenda de Washington y Tel Aviv.

Prueba de ello fue el reciente voto negativo de Argentina en la ONU a una resolución que pedía un alto el fuego en Gaza, la apertura de corredores humanitarios y el cese de bloqueos y hambrunas como armas de guerra.

En lugar de respaldar una salida humanitaria, el gobierno optó por ponerse del lado de los países que sostienen la ofensiva israelí más cruda en décadas.

El riesgo de arrastrar a Argentina a un conflicto que no le pertenece

El ingreso formal de Argentina en una coalición militar en Medio Oriente rompe con la histórica tradición de neutralidad, diplomacia y no intervención que había caracterizado al país. A diferencia de países con capacidad de defensa autónoma o con posiciones geoestratégicas relevantes, Argentina se ofrece como aliado militar subordinado en una guerra de otros, sin beneficio alguno y con todos los costos potenciales.

Las consecuencias de esta decisión pueden ser devastadoras. La participación en una fuerza internacional contra Irán no es un simple gesto: convierte a la Argentina en parte beligerante en un conflicto de larga data y escala global. Y como muestran las experiencias del pasado, los enemigos de Estados Unidos y sus aliados no discriminan entre naciones grandes o pequeñas: todos los integrantes de una coalición se transforman en objetivos posibles.

Más aún, en un país que ha sufrido dos atentados terroristas vinculados a Medio Oriente (la embajada de Israel en 1992 y la AMIA en 1994), esta decisión carece de todo criterio preventivo. Antes que proteger a la ciudadanía, el gobierno de Milei la expone. Y lo hace en nombre de una ideología fanática, disfrazada de “alineamiento con el mundo libre”, pero que en los hechos convierte a la Argentina en un satélite de los intereses geopolíticos más agresivos del planeta.

La omisión mediática: cuando el show tapa la guerra

Que esta medida se haya tomado casi en silencio, mientras los principales medios discuten sobre un balcón, no es casual. La estrategia comunicacional del oficialismo y su aparato mediático ha sido efectiva: banalizar el debate político para ocultar decisiones de altísimo riesgo.

En vez de alertar sobre la militarización creciente y la subordinación absoluta de la política exterior a Washington, se debate si Cristina puede o no pararse frente a una multitud. En lugar de advertir que nuestros soldados podrían ser blanco de ataques en el Golfo Pérsico, se especula sobre candidaturas o se ridiculiza la oposición.

El país cruza un umbral peligroso. No solo por las tropas que partirán a un conflicto ajeno, sino porque se lo hace sin transparencia, sin consenso, sin estrategia propia. Javier Milei no solo está entregando la soberanía política: también pone en riesgo la vida de ciudadanos argentinos para satisfacer su devoción ideológica por las potencias occidentales.

Argentina no necesita enemigos externos. Con decisiones como esta, el peligro viene desde adentro.

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