3 de octubre de 2025

Milei busca en Macri el salvavidas que su propio gobierno no logra construir

Más allá de la foto y de las especulaciones, el mensaje que queda es incómodo para el oficialismo. Cada reunión con Macri exhibe que La Libertad Avanza carece de estructura propia para sostenerse y que depende de acuerdos con un sector de la “casta” al que prometió combatir.

El presidente Javier Milei volverá a recibir hoy en la Quinta de Olivos a Mauricio Macri, líder de PRO, en lo que ya es leído en los pasillos de Casa Rosada como un pedido de auxilio político en medio de un escenario adverso y a pocas semanas de las elecciones legislativas.

Tras los roces, insultos y la ruptura de puentes que dominaron la relación en el último año, la necesidad electoral terminó forzando una recomposición que muestra tanto la fragilidad del oficialismo como el peso que Macri todavía conserva en la escena.

El reencuentro, que se produce apenas unos días después del primer cara a cara en más de un año, tiene un trasfondo claro: el libertario enfrenta una creciente pérdida de iniciativa, con traspiés económicos, dificultades de gestión y un Congreso que le marcó límites. En ese contexto, la figura de Macri reaparece como “el recurso final” para recomponer la relación con la oposición dialoguista y evitar un naufragio legislativo tras los comicios.

La paradoja es evidente. Milei, que durante meses construyó su identidad política atacando al “régimen de la casta”, hoy se sienta a negociar con uno de sus exponentes más reconocibles. Y lo hace después de haberlo tratado de “llorón” y de haber celebrado públicamente los golpes electorales al PRO en la Ciudad de Buenos Aires. Ahora, el discurso anti-sistema choca con la realidad de un presidente debilitado que recurre a los mismos actores que antes despreciaba.

Macri, por su parte, no vuelve gratis. Según trascendió, ya le habría solicitado a Milei una reformulación completa del gabinete tras octubre, lo que implica un reconocimiento implícito de la precariedad del actual equipo de gobierno. La relación, por lo tanto, no se reconstruye en términos de confianza, sino de conveniencia: el Presidente necesita aire político, y el expresidente busca reposicionarse como garante de gobernabilidad y eventual arquitecto de un nuevo reparto de poder.

El encuentro en Olivos no es solo un gesto de reconciliación: es una admisión de debilidad que erosiona el relato libertario y desnuda que, en la Argentina, la política termina siempre volviendo al mismo círculo de pactos y supervivencias.

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