Luis Petri negó que Argentina negocie una base naval de EE.UU. en Ushuaia a cambio de financiamiento para Milei
La negativa a la base naval conjunta, por lo tanto, no clausura la discusión sino que la desplaza hacia un terreno más amplio: qué alcance tendrá la nueva etapa de alineamiento argentino con Estados Unidos y cuáles serán los costos políticos, económicos y estratégicos de esa decisión en un escenario global marcado por tensiones militares y competencia por el control de áreas sensibles como la Antártida.

El ministro de Defensa, Luis Petri, desestimó que la Argentina ofrezca a Estados Unidos la instalación de una base naval conjunta en Tierra del Fuego como contraprestación por el préstamo que el presidente Javier Milei busca cerrar con el secretario del Tesoro norteamericano, Scott Bessent, y con el propio Donald Trump.
La aclaración se produce en medio de especulaciones crecientes sobre el posible vínculo entre el financiamiento externo y la proyección geopolítica de Washington en la región.
Desde Nueva York, donde integra la comitiva que acompaña a Milei en la Asamblea General de la ONU, Petri fue categórico al afirmar que «no hay base naval conjunta, no hay proyecto». No obstante, reconoció que Argentina pretende «profundizar su alianza con Estados Unidos» y que la política de defensa ocupa un lugar central en la agenda internacional del actual Gobierno.
El desmentido adquiere relevancia frente al trasfondo estratégico de la cuestión. Ushuaia es considerada por el Comando Sur de Estados Unidos como un punto clave por su cercanía a la Antártida y su posición privilegiada en el Atlántico Sur.
Tanto la visita en abril del jefe del Comando Sur, Alvin Holsey, como la reunión previa de Milei con Laura Richardson, habían reavivado los debates sobre el interés estadounidense en la Patagonia y sobre la posibilidad de ampliar la cooperación militar bilateral.
El mensaje de Petri, sin embargo, busca despejar suspicacias en torno a una eventual cesión de soberanía a cambio de recursos financieros. Si bien admitió que la defensa será un eje de las conversaciones internacionales, el ministro evitó precisar qué contraprestaciones concretas podría exigir Washington en el marco del crédito que Milei necesita para sostener su programa económico.