1 de noviembre de 2025

Los salarios registrados siguen por detrás de la inflación

Si bien en noviembre de 2024 los salarios registrados en el sector formal experimentaron un leve incremento nominal, las cifras revelan que, a largo plazo, siguen perdiendo poder adquisitivo frente al aumento de los precios, una tendencia que ha afectado tanto a los trabajadores formales como a los informales.

A pesar de los intentos del presidente Javier Milei por mostrar una mejora en los salarios frente a la inflación, los datos más completos del mercado laboral argentino revelan una realidad menos favorable para los trabajadores.

En noviembre de 2024, el indicador oficial utilizado por el gobierno, la Remuneración Imponible de los Trabajadores Estables (RIPTE), registró un aumento nominal de 2,8%, el tercero consecutivo desde septiembre. Sin embargo, este aumento ha sido ampliamente superado por la inflación, que en ese mismo mes se mantuvo por encima del 100% interanual. De acuerdo con las cifras del INDEC, la inflación de noviembre fue del 5,6% mensual, lo que deja a los incrementos salariales muy por debajo del ritmo de crecimiento de los precios, evidenciando una nueva pérdida del poder adquisitivo de los argentinos.

Este pequeño repunte salarial en los últimos tres meses —0,6% en septiembre, 3,8% en octubre y 2,8% en noviembre— es celebrado por los sectores libertarios del gobierno como un logro frente a la inflación. Sin embargo, al analizar la situación con un enfoque más amplio, es evidente que la tendencia a largo plazo sigue siendo negativa para los trabajadores. En comparación con noviembre de 2023, cuando asumió Milei, los salarios muestran una caída interanual del -0,9%. Es decir, el aumento de los salarios en términos nominales no ha logrado superar la fuerte aceleración de los precios durante el primer año de la gestión de Milei.

El RIPTE, que mide los salarios de los trabajadores con una antigüedad superior a los 13 meses, es un indicador limitado que solo refleja la evolución de los sueldos de los trabajadores registrados en el sistema formal. Este indicador incluye tanto a los trabajadores del sector privado como público (nacional, provincial y municipal) que han transferido sus fondos previsionales al Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA). Sin embargo, no refleja el comportamiento de los salarios en la economía informal, que sigue siendo una porción significativa de la fuerza laboral del país.

Uno de los problemas más relevantes es que el RIPTE está influenciado por ajustes previsionales, como la movilidad jubilatoria y el aumento de los topes imponibles al sistema de seguridad social. De hecho, tal como explica la propia Secretaría de Trabajo en su página web, el RIPTE «no necesariamente refleja el comportamiento de los salarios correspondientes al empleo asalariado registrado». Por esta razón, economistas como Martín Rodríguez y María José Staper han señalado que este indicador está más vinculado con los cambios en los aportes previsionales que con la dinámica real de los salarios.

Además, los salarios del sector informal, que afectan a una parte importante de la población, han sufrido una caída aún más pronunciada en el poder adquisitivo debido a la inflación, y no están reflejados en el RIPTE. Según estimaciones de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), casi el 50% de los trabajadores en Argentina están empleados en la economía informal, un sector que ha sido especialmente golpeado por la pérdida de valor de los salarios y la alta inflación.

En este contexto, a pesar de las recientes mejoras nominales, el panorama general para los trabajadores argentinos sigue siendo preocupante. La brecha entre los salarios y la inflación sigue ampliándose, lo que está generando un incremento de la pobreza y la desigualdad. Según el último informe del Observatorio de la Deuda Social de la UCA, el porcentaje de personas bajo la línea de pobreza alcanzó al 44,2% de la población a fines de 2024.

Las políticas económicas implementadas por el gobierno de Milei, que incluyen una fuerte devaluación de la moneda y una política de ajuste fiscal, han provocado un aumento significativo de los precios, lo que sigue afectando la calidad de vida de los trabajadores. Mientras tanto, el gobierno ha mantenido su relato de que los salarios le están «ganando» a la inflación, pero los datos oficiales y las realidades del día a día de los ciudadanos dejan en evidencia que la situación económica sigue siendo insostenible para una gran parte de la población.

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