Llegó al país el cuarto vuelo con expulsados de EE.UU. en medio de denuncias por tratos inhumanos
La Argentina, hasta ahora, ha recibido a los deportados en silencio, sin cuestionar el trasfondo político ni exigir garantías mínimas de trato digno.

En la madrugada del martes llegó a Ezeiza un nuevo vuelo con argentinos deportados de Estados Unidos. Se trata del cuarto operativo de este tipo desde que Donald Trump recrudeció su política migratoria, dirigida tanto a quienes carecen de documentación legal como a quienes enfrentan causas judiciales.
En esta oportunidad, siete ciudadanos fueron trasladados bajo estrictas medidas de reserva, en un operativo gestionado por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE).
El hermetismo oficial contrastó con los relatos de familiares, que revelaron el costado más oscuro del proceso. Una mujer denunció que su hermana, residente en Florida desde hacía 25 años, fue detenida mientras trabajaba como mesera, permaneció más de cuatro meses privada de libertad y terminó en un centro militar durmiendo en el piso, con llamadas telefónicas restringidas a ocho minutos y bajo condiciones humillantes. Otro familiar aseguró que su sobrino perdió su vivienda, su empleo y todas sus pertenencias en el momento de la detención, siendo devuelto “con lo puesto”.
El arribo se concretó con la custodia de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA). Cuatro deportados pudieron reencontrarse con sus familias, mientras que los otros tres fueron trasladados en vehículos oficiales sin información clara sobre su destino. Las autoridades reconocieron que algunos de los casos estaban vinculados a delitos como explotación sexual y conducción en estado de ebriedad, aunque el resto fueron expulsados únicamente por razones migratorias.
La política de deportaciones masivas impulsada por Trump pone sobre la mesa un debate incómodo: ¿hasta qué punto se respetan los derechos humanos de los migrantes en estos operativos? Las denuncias sobre detenciones prolongadas, traslados forzosos y pérdida total de bienes sugieren un mecanismo que no distingue entre quienes cometieron delitos graves y quienes fueron víctimas de un endurecimiento indiscriminado.
En un escenario global marcado por el ascenso de discursos antiinmigrantes, la llegada de cada vuelo no solo refleja la política interna de Washington, sino también la falta de una estrategia nacional frente a la creciente vulnerabilidad de los ciudadanos en el exterior.