Las bombas incendiarias y el Brexit rompen la paz de 23 años en Irlanda del Norte
Ya llevan 10 días de enfrentamientos en ciudades y pueblos. Son 50 los policías heridos y hospitalizados. Decenas de detenidos. Niños de 12 años arrojando bombas Molotov. Irlanda del Norte vive por estos días una escalada de violencia que no se había visto en los últimos 23 años.


Reino Unido e Irlanda condenaron la violencia y el gobierno de Irlanda del Norte exigió «el fin total e inmediato» de los disturbios. E incluso, la Casa Blanca emitió un comunicado pidiendo la calma. La comunidad internacional se ha inquietado por los hechos y miran con recelo a los efectos del Brexit.
Estados Unidos advierte que el Brexit del Reino Unido puede ser el detonante de la violencia en la región y pide que el “Acuerdo del Viernes Santo”, el pacto que firmaron las facciones católicas y protestantes para lograr la paz en 1998, no se convierta en «una víctima».
Sin embargo la violencia no se detiene y los choques entre manifestantes y la Policía son el común denominador de las ciudades nordirlandesas, en donde responden con cañones de agua a los ataques perpetrados en algunos casos por niños de 12 años con bombas caseras, (Molotov), piedras y ladrillos.
Lo cierto es que Irlanda del Norte ya no tiene paz y las razones son las de siempre y las de ahora. La violencia callejera, protagonizada principalmente por grupos de unionistas leales a la corona británica empezó el 29 de marzo en una zona de Londonderry.

Desde entonces, hubo protestas y disturbios cada noche en Belfast, Carrickfergus, Ballymena y Newtownabbey, entre otras ciudades y los choques entre facciones antagónicas se repitieron en las denominadas, «líneas de paz» que separan a comunidades predominantemente protestantes que son leales a la corona y que instan a que Irlanda del Norte continúe siendo parte del Reino Unido, de comunidades católicas de extracción unionistas, que quieren que su país sea un territorio independiente o que definitivamente se una a la vecina Irlanda del Sur.
Irlanda del Norte, 23 años después de aquel “Acuerdo de Viernes Santo” que pusiera fin los “Troubles” (problemas), un conflicto que desangró el país por más de 30 años y que apagó la vida de más de 3.500 personas, sigue dividida.
Aquel acuerdo de paz puso fin al enfrentamiento armado y propició la formación de un gobierno compartido entre lealistas y unionistas. Pero aun así, el sectarismo y las divisiones no han desaparecido, pese a la relativa paz y prosperidad de las que han disfrutado los norirlandeses en los últimos años.
Y la prosperidad se impone a la paz, porque líderes unionistas vincularon la violencia a la tensión por la frontera del mar de Irlanda impuesta como resultado del acuerdo del Brexit entre Reino Unido y la Unión Europea.

La nueva frontera comercial es el resultado del Protocolo de Irlanda del Norte, que se introdujo para evitar la necesidad de tener una frontera física en la isla de Irlanda.
Evita la necesidad de establecer controles en la frontera irlandesa, ya que las reglas de aduanas de la UE se aplican en los puertos de Irlanda del Norte. Los unionistas dicen que el protocolo daña el comercio y amenaza el lugar de Irlanda del Norte dentro de Reino Unido.
En marzo, el Consejo de Comunidades Lealistas, que representa a los tres principales grupos paramilitares protestantes de la región, había anunciado que retiraba “temporalmente” su respaldo al Acuerdo de Viernes Santo por “inquietudes respecto al protocolo del Brexit”.