La industria automotriz retrocede en medio de la incertidumbre: la producción cayó 10% y crece el temor por el empleo
La caída de octubre, más que un bache coyuntural, expone una debilidad estructural: una industria dependiente de las exportaciones, sensible al contexto político y sin una estrategia nacional que le permita sostener el empleo y la producción frente a los vaivenes del mercado.

La caída del 9,9% interanual en la producción automotriz durante octubre no es un hecho aislado: es la expresión de un enfriamiento industrial que combina factores externos y domésticos, y que amenaza con golpear uno de los sectores más estratégicos del entramado productivo argentino.
Según datos de la Asociación de Fábricas de Automotores (ADEFA), las terminales produjeron 47.204 unidades, en un contexto marcado por la menor demanda externa, el encarecimiento del dólar y la incertidumbre política interna.
El retroceso de las exportaciones —17,6% menos que en octubre de 2024— revela una dependencia estructural del sector respecto de los mercados externos. Martín Zuppi, presidente de ADEFA, advirtió que la pérdida de competitividad y la falta de nuevos destinos de exportación están forzando a las terminales a revisar sus planes productivos, con riesgos concretos sobre el nivel de empleo y la inversión.
Los efectos ya se sienten. Nissan dejó de producir en el país el mes pasado, y otras automotrices como Renault y Volkswagen operan por debajo de su capacidad instalada, a la espera de nuevos proyectos recién previstos para 2026. La desaceleración se da además en un contexto en el que, pese a que los patentamientos crecieron 17% interanual, la demanda interna se mantiene contenida por la volatilidad cambiaria y la prudencia de los consumidores.
El sector automotriz, históricamente uno de los motores del empleo industrial, enfrenta ahora un dilema: cómo sostener la actividad mientras los mercados se contraen y el país atraviesa un clima económico incierto. La paradoja es evidente: aunque entre enero y octubre la producción total aumentó 2,8% y las ventas mayoristas crecieron más del 55%, la tendencia de los últimos meses muestra un freno que podría anticipar un cambio de ciclo.
En este escenario, las terminales intentan evitar despidos y apuestan a mantener la producción mínima para preservar la cadena de valor. Sin embargo, la falta de políticas industriales de largo plazo y la escasa previsibilidad económica vuelven frágil cualquier plan de continuidad.
