27 de septiembre de 2025

La Construcción en alerta roja: pierde empleadores y toca mínimos históricos en casi dos décadas

El último informe del Instituto de Estadística y Registro de la Industria de la Construcción (Ieric) revela una contracción alarmante en su base de empleadores, una señal que trasciende lo coyuntural para alertar sobre un daño estructural en el sector y en la economía nacional.

La industria de la construcción, históricamente un pilar y termómetro de la economía argentina, atraviesa una crisis empresarial profunda que la ha retrotraído a niveles no vistos en casi dos décadas.

El desplome de la base empresarial
Los datos del Ieric son contundentes: la cantidad de empleadores activos en julio de este año se ubicó en un mínimo que, al excluir el atípico 2020, obliga a retroceder hasta 2006 para encontrar un registro inferior. Más grave aún, la cifra actual está un 10,3% por debajo del nivel de hace solo dos años. Esto significa que más de una décima parte de las empresas que generaban empleo en la construcción se han extinguido en un período muy corto, encogiendo el entramado empresarial a niveles precrisis.

Esta retracción no es un simple ajuste, sino la pérdida de la capacidad productiva y de la base que sostiene la generación de empleo futuro. Como señala el Ieric, cada empleador que desaparece no solo implica menos puestos de trabajo actuales, sino también una menor competencia, una oferta de servicios más reducida y, en última instancia, una mayor concentración del mercado, impactando negando a toda la cadena de valor.

La Parálisis de la obra pública y el costo de la inactividad

El presidente de la Cámara Argentina de la Construcción (Camarco), Gustavo Weiss, identificó las causas de esta «caída muy grande»: la «obra pública nacional totalmente parada» y una significativa «tranquilidad» en las obras privadas de construcción de edificios. El aumento del costo de la construcción ha minado la rentabilidad de los nuevos desarrollos privados, mientras que el cese de la inversión estatal ha cortado el principal motor de la actividad.

La combinación de ambos factores explica la magnitud del deterioro. La construcción es conocida por su rol multiplicador en la economía; su parálisis no solo afecta al sector sino que arrastra consigo a proveedores de insumos, profesionales y un vasto ecosistema de servicios, generando un círculo vicioso de contracción económica.

El Impacto desigual y la vulnerabilidad de los pequeños

El informe destaca una fuerte disparidad territorial que acentúa la preocupación. La caída interanual de empleadores se concentra en las grandes jurisdicciones (los distritos de mayor peso económico y poblacional), que sufrieron una baja del 1,4%, alcanzando su nivel más bajo de las últimas dos décadas (exceptuando 2020). Este retroceso en los centros neurálgicos, con la Provincia de Buenos Aires a la cabeza (-2,7%), anula el desempeño positivo de provincias del interior como San Juan, Formosa y Corrientes.

La contracción golpea con más fuerza a los eslabones más débiles de la cadena. Las empresas unipersonales, las más frecuentes en obras pequeñas y medianas, fueron las más castigadas con una baja interanual del 2,5%. Este dato es crítico, pues refleja el retroceso de la actividad a pequeña escala y el desaliento de los emprendimientos individuales en un sector que requiere dinamismo en todos sus tamaños.

Despacho de cemento y empleo estancado: señales de alarma

En paralelo a la pérdida de empleadores, otros indicadores confirman la desaceleración. El consumo de cemento, un insumo clave, registró una caída interanual del 2,8% en julio, interrumpiendo un breve período de crecimiento. La baja fue motorizada principalmente por los despachos en bolsa (-10,7%), típicamente asociados a las pequeñas construcciones, mientras que el cemento a granel (obras de mayor escala) mostró un leve incremento. Esto sugiere que las grandes obras que aún se mantienen a flote no logran compensar la parálisis de la actividad cotidiana.

Finalmente, el empleo registrado en la industria, si bien muestra una mejora interanual, sigue estancado y por debajo de los promedios históricos, alcanzando los 354.305 puestos de trabajo en junio de 2025. El sector no solo pierde empresas, sino que también lucha por sostener los niveles de empleo, completando un panorama de fragilidad institucional y productiva. La contracción de empleadores no es solo un indicador, sino la materialización del riesgo de un daño difícil de revertir en la economía argentina.

Análisis crítico: una política de contracción con consecuencias estructurales

La magnitud de la pérdida de empleadores, que retrotrae al sector a un pasado de casi 20 años, pone en evidencia que la paralización de la obra pública y la falta de estímulo a la inversión privada están generando un costo económico que va más allá del ahorro fiscal. La construcción no es un gasto, sino una inversión con alto retorno social y económico debido a su capacidad para crear empleo rápido y dinamizar industrias conexas.

La contracción observada, especialmente la desaparición de las empresas más pequeñas (unipersonales), sugiere un proceso de descapitalización y concentración económica. Al eliminarse los pequeños y medianos competidores, el mercado futuro quedará en manos de menos actores, lo que podría derivar en menor eficiencia, precios más altos y menor capacidad de respuesta. El contraste entre la caída en las grandes jurisdicciones y el crecimiento en algunas provincias del interior revela, además, la fragilidad de las economías regionales que dependen en gran medida de los impulsos nacionales.

La inacción o el retraso en reencauzar la obra pública y generar un marco de estabilidad para la inversión privada no solo compromete el crecimiento económico de corto plazo, sino que hipoteca la capacidad de recuperación futura del país. El «termómetro» de la construcción no solo marca fiebre, sino que indica un estado de shock económico que demanda una intervención urgente y estratégica para evitar una herida estructural de larga duración.

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