16 de julio de 2025

La Biblia es soberana, inmutable y sin errores, una Nación no puede apartarla

El gesto de un hombre, una actitud de niveles institucionales, puso en el eje de la discusión a la Biblia. Pero, ¿cuál fue ese gesto y esa actitud? El flamante ministro de educación de La Argentina, al asumir su cargo, juró sobre la Constitución, pero previamente había apartado el libro sagrado. El profesor Andrés Martínez, postula en esta nota con claridad académica, una tesis que bien podría ser la punta del iceberg de una reflexión profunda para pensarnos como nación. La soberanía, inmutabilidad e innerrabilidad de la Biblia.

Esta civilización ha escogido oscurecer la capacidad de juzgar lo sagrado de lo profano, el acierto del error, la razón de la emoción, la verdad de la mentira, la vida de la muerte, el valor de lo trivial, el deseo del placer y la certidumbre de lo incierto. Las creencias del hombre actual se fundan en ideas que son antagónicas a la perdurabilidad de la fe y la verdad descriptas en las líneas de oro de la Biblia. Las conductas humanas caminan por las sendas profundas de la irracionalidad, perversidad y engaño. El hombre hace todo lo posible por ser el superhombre que se nutre de su propia verdad y no tiende puentes entre la necesidad de depender de su Creador y el reconocimiento por el prójimo “distinto”, pero persona al fin.

Los múltiples sucesos sociales avalan lo que expreso. Sin retroceder siglos de aventuras y hechos, hace una semana, aproximadamente, el flamante ministro de Educación de la Nación Jaime Perczyk, corrió la Biblia de la mesa del juramento. Esta actitud fue viralizada por todos los medios de comunicación.

Los repudios no tardaron en visualizarse como también, pero en menor medida, la indiferencia colectiva encabezada por los fanáticos más acérrimos a lo impresentable e inconstitucional. La actitud del nuevo ministro puede ser titulada como aprobación o desacuerdo, pero en lo que no podemos estar desunidos es en la voluntad intencional del funcionario ante lo Sagrado, ante ese Libro magistral, La Biblia, que tiene la suficiente autoridad para trasformar y direccionar la conducta humana.

Es en este punto en que a la Biblia se la tiñó de profana, “borrando” su autenticidad Sagrada. La historia señala que ella siempre fue el blanco de ataque, pero la misma historia dictamina que ella nunca involucionó, sino que perduró hasta el presente con la autoridad de siempre.

Su perseverancia en el tiempo se asienta en la inmutabilidad de su contenido. La Biblia posee un espíritu superador en cuanto a su carácter inmutable, ella no se rinde a las ideas acuosas que rigen en determinado tiempo histórico. En si misma, la Biblia, es  inmutable para todos los niveles institucionales, para todas las personas intelectuales y para el mas iluso de los mortales.

“La Biblia es para mí el libro. No veo como alguien no pueda vivir sin ella” lo dijo exultante Gabriela Mistral quien supo encontrar la verdadera pureza de sus líneas y la estabilidad cronológica de su principal inspirador, Dios. 

Pero es tan bella y perfecta la Biblia, que su centralidad es Dios, su contenido es la Gracia de Dios y su verdad es el amor invariable de Dios. Las vertientes ideológicas de este siglo fueron profetizadas en las líneas Sagradas por sus autores, cuyas palabras fueron el resultado de la inspiración Soberana, quienes sostuvieron que en el siglo presente vendrán ideas falaces bajo el manto de hombres engañadores y amadores de sí mismos; avaros, jactanciosos e idólatras, a leerse en las palabras del Apóstol Pablo en su segunda carta a Timoteo (capítulo 3), por citar a uno de estos magnos visionarios de las Escrituras.

Él y otros autores supieron reflejar la necesidad del hombre por reverenciar a su máximo Creador, supieron advertir las consecuencias de vivir alejados del Creador y supieron mostrar, a través de sus escritos, que hay esperanza de redención para aquellos que se vuelvan a su Creador. Por lo tanto, la Biblia es Sagrada por su contenido Soberano, es inmutable por la forma en que describe al Soberano y es inerrante porque afirma verazmente que el Soberano es real, que vivió entre los mortales, fue muerto por los mortales pero resucitó a la vista de los mortales y hoy rige Su gobierno desde la eternidad y por la eternidad de los siglos, Amén.

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