La autopartista Dana cerró su planta de producción y despidió a 50 empleados por Whatsapp
El caso de Dana, que en el pasado fue una proveedora clave de terminales automotrices, pone en aliviar la vulnerabilidad del empleo industrial ante decisiones corporativas globales y la necesidad de una rápida intervención estatal para mitigar las consecuencias sociales y económicas de cierres sorpresivos.

El cierre inesperado de la multinacional autopartista Dana en su planta de San Luis ha desatado una crisis laboral inmediata, afectando directamente a 50 empleados que fueron notificados de su despido mediante mensajes de Whatsapp el lunes por la noche.
Esta modalidad de comunicación, asignada a una decisión de la casa matriz en Estados Unidos, subraya la naturaleza abrupta de la medida.
Dana, especializada en la fabricación de piezas clave como transmisiones, suspensiones y frenos para vehículos, se comprometió a pagar el 100% de la indemnización correspondiente a todos los trabajadores cesados. Sin embargo, la onda expansiva del cierre va más allá de los empleados directos. La Unión Obrera Metalúrgica (UOM) advirtió que la decisión también impactará negativamente a unos 40 empleos indirectos de proveedores locales, complejizando el panorama económico regional.
En respuesta a la situación, el Gobierno de San Luis emitió un comunicado y actuó rápidamente. Funcionarios provinciales, incluyendo a la directora de Relaciones Laborales, Ivana Balmaceda, y el director de Industria, Juan Ríos, acompañaron a los operarios en una concentración frente a la fábrica el martes.
Además de la asistencia inmediata, el Gobierno provincial detalló que la empresa se ha comprometido a financiar un plan de reconversión laboral y productiva para los despedidos, un proceso en el cual la Provincia también brindará su acompañamiento.
