Kicillof, tras el triple femicidio: “El narcotráfico no conoce de fronteras ni jurisdicciones”
El gobernador Axel Kicillof, en su primera respuesta pública al hecho, advirtió que se trató de un crimen vinculado a un grupo narco internacional con base en la Ciudad de Buenos Aires y apuntó a la gestión de Jorge Macri.

El brutal asesinato de Brenda del Castillo, Lara Gutiérrez y Morena Verdi en Florencio Varela reavivó el debate sobre la expansión del narcotráfico en el país y su vínculo con la violencia de género.
A través de un mensaje en redes sociales, el mandatario bonaerense citó al ministro de Seguridad, Javier Alonso, quien señaló que el triple femicidio habría sido un “acto de venganza”. En ese marco, Kicillof subrayó la dimensión transnacional del fenómeno: “El narcotráfico no conoce de fronteras ni jurisdicciones, y ejerce además todas las formas de la violencia machista”.
El planteo del gobernador abre un eje político que excede la coyuntura judicial: la dificultad de los Estados provinciales para enfrentar a estructuras criminales que operan por fuera de los límites administrativos y que, en muchos casos, logran instalar lógicas propias de impunidad y violencia en los territorios. Su llamado a un “acuerdo nacional” con el presidente Javier Milei expone la necesidad de una estrategia coordinada, que no quede atrapada en disputas partidarias.
La lectura de Kicillof también busca instalar un vínculo entre el narcotráfico y las violencias de género, un cruce que pocas veces se explicita en la agenda de seguridad. Al señalar que el crimen narco “ejerce todas las formas de violencia machista”, el gobernador conecta el fenómeno delictivo con un entramado social más amplio, en el que la violencia contra las mujeres se convierte en herramienta de disciplinamiento y control.
Con el triple femicidio como telón de fondo, el discurso de Kicillof interpela a la política nacional: sin un acuerdo transversal para enfrentar al narcotráfico, sostiene, no solo se expande el negocio criminal sino también la violencia que lo sostiene. La pregunta de fondo es si el llamado a la cooperación podrá traducirse en una agenda común o si quedará reducido a un nuevo capítulo de la confrontación entre oficialismo y oposición.