Israel muda su base regional a Buenos Aires: la Argentina se convierte en eje de un nuevo reordenamiento estratégico en América Latina
En un movimiento que redefine el tablero geopolítico latinoamericano, el gobierno israelí decidió trasladar su base regional desde Santiago de Chile hacia Buenos Aires, convirtiendo a la capital argentina en su nuevo centro de operaciones estratégico en el continente.

La medida, confirmada por fuentes oficiales, llega de la mano de un fuerte alineamiento del gobierno de Javier Milei con Israel y Estados Unidos, y promete reconfigurar equilibrios diplomáticos y militares en la región.
La información, adelantada por Crónica Política, detalla además que se prevé una redistribución de las agregadurías militares argentinas, con la mira puesta en una articulación más estrecha en materia de cooperación, equipamiento y entrenamiento.
“La decisión conjuga cuestiones de financiamiento y prioridades acerca de qué quiero del mundo, qué equipamiento busco y con quién entreno”, explicó a condición de anonimato un alto mando militar argentino.
Este nuevo esquema implica también un giro en la política exterior regional: Israel decidió cerrar sus centros de operación en Venezuela, Cuba y Bolivia, todos países críticos de la política estadounidense y con fuertes tensiones diplomáticas con el Estado israelí.
En contrapartida, planea abrir nuevas dependencias en Dinamarca, Bélgica —aprovechando la cercanía con la OTAN y autoridades europeas— y Japón, como parte de un programa gradual para reforzar su presencia en lo que describen como “el mundo libre”.
El propio embajador de Israel en la Argentina, Eyal Sela, subrayó la sintonía creciente con la gestión de Milei, a la que calificó de “socio estratégico”, y si bien descartó que existan planes concretos de atentados por parte de Irán en suelo argentino, advirtió que “siempre hay amenazas” y, por lo tanto, resulta imprescindible “tomar todas las medidas de protección”.
La elección de Buenos Aires como nuevo centro regional no es inocente: Israel ve en el gobierno de Milei un aliado incondicional, capaz de blindar acuerdos de seguridad, inteligencia y cooperación tecnológica en un contexto global cada vez más tensionado. Al mismo tiempo, la apuesta israelí exhibe las prioridades de un oficialismo argentino que busca reposicionarse geopolíticamente abrazando la agenda de Washington y Tel Aviv, en detrimento de la integración con espacios regionales más críticos de Occidente.
Este desplazamiento encierra, sin embargo, interrogantes de fondo. ¿Cuáles serán los costos diplomáticos de cerrar puertas en países como Bolivia, Venezuela y Cuba? ¿Hasta qué punto la Argentina, convertida en “plataforma” israelí, asume un riesgo mayor en términos de potenciales amenazas, tanto internas como externas?
La llegada de la nueva base promete profundizar la alianza militar y de inteligencia con Israel, pero al mismo tiempo introduce a la Argentina en una zona de alta sensibilidad geopolítica, con derivaciones que exceden la retórica de la “libertad” y colocan al país, con toda claridad, dentro de un eje de poder global que no admite medias tintas.