13 de noviembre de 2025

Georgieva advierte que el acuerdo con el FMI “podría ser el último”

La historia reciente muestra que Argentina ha reincidido en el endeudamiento con el FMI cada vez que la inestabilidad macroeconómica desbordó al sistema político. De no cambiar ese patrón, la declaración de Georgieva corre el riesgo de transformarse en una aspiración tan simbólica como irreal.

Desde Washington, la directora gerente del Fondo Monetario Internacional, Kristalina Georgieva, dejó una declaración que busca transmitir optimismo, pero también desnuda la fragilidad estructural de la Argentina.

En medio de negociaciones clave para definir un nuevo paquete de ayuda, afirmó que “tal vez podría ser el último programa del FMI con Argentina”, planteando la expectativa de que el país logre sostenerse sin depender eternamente del organismo.

Las conversaciones avanzan con la participación de Estados Unidos, el Banco Mundial y el BID, en un intento por articular una asistencia que combine fondos multilaterales con aportes puntuales del gobierno norteamericano. Entre las variantes, aparece la posibilidad de que Washington transfiera Derechos Especiales de Giro (DEG), como ya lo hizo con Qatar en 2023. Sin embargo, el propio secretario del Tesoro, Scott Bessent, aclaró días atrás que no se trata de inyectar dinero directo en la economía argentina, sino de instrumentar un “swap” financiero.

La iniciativa ya desató controversias en la política estadounidense: sectores del Partido Republicano critican la disposición de colaborar con Buenos Aires mientras el país profundiza su vínculo comercial con China, tras la venta de soja por miles de millones de dólares. En este escenario, la negociación no solo es económica, sino también geopolítica, con Argentina atrapada entre las tensiones de las dos principales potencias.

El mensaje de Georgieva contiene una señal de aliento —“Argentina tiene todos los ingredientes para prosperar”— pero también una advertencia: lo que ha impedido esa prosperidad, según ella, no son las limitaciones económicas, sino los conflictos políticos internos. Es una manera de señalar que la salida no depende únicamente de los dólares del Fondo, sino de la capacidad del país para ordenar su vida institucional.

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