Francia se suma al reconocimiento del estado de Palestina: un giro diplomático que reconfigura el tablero internacional
La medida, que marca un punto de inflexión en el escenario internacional, pretende reafirmar la viabilidad de la solución de dos Estados en un contexto atravesado por la violencia en Medio Oriente y la presión de las potencias.

El presidente francés Emmanuel Macron anunció en la Asamblea General de la ONU que Francia reconoce oficialmente al Estado de Palestina, sumándose al Reino Unido, Canadá, Australia y Portugal, que habían tomado la misma decisión horas antes.
Macron presentó el reconocimiento como un acto de responsabilidad histórica: “Ha llegado el momento. Declaramos que Francia reconoce hoy al Estado de Palestina. No se trata de restar derechos a Israel, sino de preservar la posibilidad de una paz duradera”. Con esas palabras, el mandatario buscó equilibrar el gesto hacia el pueblo palestino con la reafirmación del compromiso francés con la seguridad israelí.
El anuncio coloca a París en la misma línea que Londres, Ottawa, Canberra y Lisboa, cuyos líderes justificaron la decisión en la necesidad de evitar que el conflicto se traduzca en la desaparición de cualquier alternativa diplomática. “La solución de dos Estados no es un premio para Hamás, sino su derrota política”, enfatizó el primer ministro británico Keir Starmer, marcando distancia con la narrativa de Israel y de la administración de Donald Trump, que rechaza reconocer a Palestina.
La reacción israelí fue inmediata: la cancillería denunció que este tipo de decisiones legitiman la violencia de Hamás y constituyen un efecto directo de la masacre del 7 de octubre. Sin embargo, los gobiernos europeos y aliados como Canadá insisten en que la medida busca aislar al grupo islamista y fortalecer a una representación palestina legítima.
La ofensiva diplomática revela una fractura creciente dentro de Occidente. Mientras Estados Unidos mantiene su negativa, varias potencias de peso se alinean con una postura que podría modificar las correlaciones de poder en la región y en la propia ONU. El reconocimiento de Palestina no cambia de inmediato la realidad en Gaza ni el bloqueo político, pero sí envía un mensaje estratégico: el statu quo ya no es sostenible.
En el fondo, la decisión francesa y de sus socios refleja un dilema mayor. Reconocer a Palestina es un gesto de legitimidad política que busca presionar a Israel a volver a la mesa de negociaciones, pero también corre el riesgo de profundizar la confrontación con un gobierno israelí cada vez más atrincherado. La pregunta que queda abierta es si esta oleada de reconocimientos podrá transformar la dinámica del conflicto o si solo añadirá otra capa de tensión a una crisis que parece no encontrar salida.