4 de diciembre de 2025

Empresario que apoyó a Milei alertó sobre el derrumbe del sector: “La apertura nos está dejando sin mercado otra vez”

Tras haber votado a Javier Milei convencido de que “se necesitaba un cambio”, hoy advierte que su fábrica de heladeras y termotanques solares está al borde del cierre debido a la apertura indiscriminada de importaciones, un escenario que —según alerta— reproduce el colapso que ya vivió la industria nacional en 2016 y 2017.

Ph: Data Gremial

El testimonio del empresario cordobés César Maccio, presidente de FAM SA, volvió a instalar el debate sobre el rumbo productivo del país.

Maccio explicó que a su empresa le llevó 25 años consolidarse dentro de un mercado dominado por una docena de grandes fabricantes, en un sector altamente competitivo. Sin embargo, recordó que en la gestión de Mauricio Macri una liberalización abrupta del comercio redujo sus ventas un 70%, obligándolos a reconvertirse parcialmente mediante la incorporación de termotanques solares para sostener la capacidad instalada.

A su juicio, el panorama actual es una reiteración de aquel choque. Con la frontera “otra vez abierta”, denunció una asimetría imposible de enfrentar: mientras FAM SA debe adquirir insumos con un costo base de 100, los productos terminados provenientes de China ingresan al país con un valor equivalente a 85 gracias a subsidios y reintegros impositivos del 15% otorgados por el propio Estado chino. Para Maccio, esa diferencia distorsiona por completo la competencia y empuja a los fabricantes locales al borde de la inviabilidad.

El empresario reconoció que apoyó a Milei en las elecciones de 2023 esperando “transparencia” y el fin de las negociaciones discrecionales para obtener insumos, pero cuestionó duramente la falta de una política industrial. Según afirmó, el Gobierno parte de la idea de que los empleos fabriles pueden ser reemplazados más adelante por trabajo en servicios, una lógica que —advierte— condena a la industria a la pérdida sistemática de puestos de trabajo.

Maccio también señaló que el “costo argentino”, compuesto por una elevada carga fiscal y la reimposición en cascada de tributos locales como ingresos brutos y tasas municipales, encarece la producción de manera acumulativa. A ello se suma la diferencia laboral: un operario argentino promedio gana alrededor de mil dólares por 170 horas mensuales efectivas, mientras que en China un trabajador percibe unos 600 dólares por cerca de 300 horas mensuales. Sin embargo, subrayó que no pretende replicar condiciones laborales asiáticas, sino que busca condiciones mínimamente equitativas de competencia.

Para el empresario, la situación es clara: sin un marco que proteja la producción local y sin una estrategia industrial, las fábricas nacionales —incluso aquellas que respaldaron al Gobierno— enfrentan un escenario que pone en riesgo su continuidad y el empleo de cientos de trabajadores.

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