13 de noviembre de 2025

El trabajo caída libre: el experimento de Milei ya se cobró 130.000 empleos y se multiplica la precarización

La economía del “shock” que impulsa Javier Milei comienza a mostrar sus efectos más concretos y dolorosos: el empleo privado formal se desploma con una velocidad alarmante. Desde septiembre de 2024, el país perdió 127.000 puestos registrados en el sector privado. De ese total, 95.000 se destruyeron desde la asunción del presidente libertario, dejando a la vista el costo humano de un plan económico que prioriza el ajuste sobre la estabilidad laboral.

El impacto más fuerte se dio en sectores históricamente generadores de empleo, como la construcción y la industria manufacturera. La paralización casi total de la obra pública —bandera fiscalista del gobierno— convirtió a la construcción en el sector más golpeado, en un efecto dominó que alcanzó también a proveedores, contratistas y trabajadores calificados que hoy engrosan las filas del desempleo o, en el mejor de los casos, del cuentapropismo precario.

Mientras tanto, las únicas áreas que crecieron —comercio, agro y pesca— generaron en conjunto apenas 44.000 nuevos empleos, una cifra insuficiente para compensar las pérdidas en otros rubros. En términos netos, la estructura del empleo formal se está desmoronando.

La contracara: la expansión de la precariedad

A la par de la caída del empleo formal, el crecimiento del monotributo se convirtió en la válvula de escape del mercado laboral. En poco más de un año, el número de trabajadores independientes bajo este régimen creció un 58,8%, alcanzando los 2,1 millones de personas. Detrás de esa cifra hay un fenómeno de precarización silenciosa: trabajadores que facturan como independientes, pero que en la práctica funcionan como empleados sin estabilidad, sin aguinaldo, sin licencias, sin indemnización.

Se trata de un cambio estructural que va más allá de las estadísticas: una regresión en los derechos laborales en nombre de la “libertad de contratar”, consigna que el Gobierno utiliza para justificar la desregulación del mercado laboral y la eliminación de lo que considera “rigideces” legales.

Dos años de retroceso

El contraste con el período anterior es contundente. Entre 2012 y 2023, el empleo privado crecía en promedio 30.000 puestos por año. Desde 2023, no solo se interrumpió esa tendencia, sino que se revirtió con fuerza: en los últimos dos años se perdieron más de 115.000 empleos. La caída no es solo coyuntural; es una tendencia consolidada que refleja una transformación profunda en el modelo económico.

El paradigma que impulsa el Gobierno prioriza la reducción del déficit a cualquier costo, aunque ese costo sea el derrumbe del empleo registrado y el avance de formas laborales inestables, sin derechos ni cobertura social. En nombre de la eficiencia y la desregulación, la Argentina avanza hacia un modelo donde tener un trabajo registrado con derechos se vuelve un privilegio.

¿Ajuste o abandono?

Frente a este panorama, el Gobierno evita hablar de “crisis laboral” y opta por elogiar las tímidas alzas en sectores como el comercio o los servicios personales. Sin embargo, la mayoría de esos puestos son de baja calidad, con sueldos por debajo de la línea de pobreza y sin protección social.

Lejos de resolver los problemas del mercado laboral argentino, la administración Milei parece estar profundizando su degradación. La receta ultraliberal no solo recorta el Estado: también achica el trabajo. Y en ese camino, deja cada vez más trabajadores fuera del sistema, librados a su suerte en un país donde conseguir empleo digno empieza a ser una excepción.

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