El Senado aprobó la “Ley Nicolás”: una norma que busca mejorar la seguridad del paciente
La norma toma su nombre de Nicolás Deanna, un joven de 24 años que falleció en 2017 a raíz de un diagnóstico equivocado, y cuya madre, Gabriela Covelli, impulsó incansablemente la iniciativa durante años.

Con una amplísima mayoría —69 votos a favor y apenas uno en contra—, el Senado convirtió en ley la denominada “Ley Nicolás”, un proyecto que apunta a reforzar la seguridad de los pacientes, mejorar las condiciones de trabajo de los profesionales de la salud y reducir los errores médicos evitables.
La sanción representa un triunfo de la sociedad civil y de la persistencia de las familias que transforman tragedias personales en motores de cambio institucional. Sin embargo, más allá de la emotividad del caso, la “Ley Nicolás” pone en evidencia las profundas fallas estructurales del sistema sanitario argentino. La falta de protocolos estandarizados, la sobrecarga laboral de médicos y enfermeros, y la escasez de herramientas de control se combinan en un escenario donde los errores diagnósticos y las demoras en la atención se vuelven demasiado frecuentes.
La norma plantea un avance, pero también abre interrogantes. Establecer marcos legales que garanticen la seguridad del paciente es un paso necesario, aunque insuficiente sin financiamiento, infraestructura y políticas sostenidas. El riesgo es que la ley quede reducida a una declaración de buenas intenciones si no se traduce en inversiones concretas, en capacitación permanente del personal y en mecanismos efectivos de supervisión.
El apoyo casi unánime en el Congreso muestra que la salud es un terreno donde, al menos en lo discursivo, las divisiones políticas se diluyen. Pero al mismo tiempo refleja una deuda histórica: que se necesite la muerte de un joven y la lucha de su familia para que el Estado reaccione. La “Ley Nicolás” es, entonces, más que una normativa puntual: es un espejo de las carencias de un sistema que suele moverse tarde y empujado por la presión social.
En un país donde la agenda política se consume en disputas de poder y coyuntura, la sanción de esta ley recuerda que detrás de cada número de la estadística sanitaria hay nombres, historias y vidas truncas. El desafío real empieza ahora: convertir la letra de la ley en cambios palpables que eviten que otros pacientes sufran lo que Nicolás nunca debió atravesar.
