El Financial Times calificó como una “arriesgada apuesta” la decisión de Washington de otorgar a la Argentina una línea swap
Sin embargo, más que una maniobra de auxilio económico, el diario británico interpreta esta medida como parte de una estrategia de poder que prioriza los intereses políticos y financieros de los Estados Unidos por encima de la estabilidad macroeconómica de ambos países.

El Financial Times calificó como una “arriesgada apuesta” la decisión de Washington de otorgar a la Argentina una línea swap por 20.000 millones de dólares, una operación promovida por el secretario del Tesoro, Scott Bessent, para sostener al gobierno de Javier Milei.
El artículo señala que la administración trumpista busca consolidar su hegemonía frente al avance de China en América Latina, región que considera clave para sus ambiciones globales. En ese marco, el apoyo a Milei aparece como una jugada que pretende condicionar la política exterior argentina, ya que el swap incluiría la exigencia de cancelar el acuerdo equivalente que el país mantiene con Pekín e incluso de deshacerse de inversiones chinas en sectores estratégicos.
El uso del Exchange Stabilization Fund —un mecanismo reservado para operaciones excepcionales del Tesoro estadounidense— refuerza, según el Financial Times, el carácter político de la medida. A diferencia de las líneas temporales o permanentes de la Reserva Federal hacia sus socios tradicionales, esta asistencia se dirige a un gobierno ideológicamente afín pero económicamente frágil, en un contexto de crisis de reservas y alta volatilidad cambiaria.
El matutino británico advierte, además, que esta política expone un “desnudo ejercicio de imperialismo financiero”, donde la aparente ayuda a la Argentina encubre el interés de los Estados Unidos por garantizarse acceso a recursos naturales —especialmente minerales estratégicos— que también son disputados por China.
Finalmente, el Financial Times alerta que si el programa fracasa en estabilizar la economía argentina, las consecuencias no solo afectarán a la gestión de Milei, sino también a la propia credibilidad de Washington, dejando en evidencia que la alianza bilateral podría haber sido más un experimento geopolítico que un plan de rescate real.
