El costo de vida se dispara: una familia necesitó más de $1,2 millones en octubre para no ser pobre
El escenario revela una tensión estructural: la economía logra contener parcialmente la inflación general, pero los precios vinculados al consumo básico siguen escalando, erosionando los ingresos y ampliando la brecha social.

El aumento sostenido del costo de vida volvió a golpear con fuerza el poder adquisitivo de los hogares argentinos. Según los datos difundidos por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), en octubre una familia tipo necesitó ingresos por al menos $1.213.798,81 para no caer bajo la línea de pobreza, lo que representa un incremento del 3,1% respecto de septiembre y del 23% en la comparación interanual.
El dato refleja con crudeza cómo la inflación y la pérdida de ingresos reales continúan deteriorando la capacidad de consumo de los hogares. La canasta básica total (CBT), que contempla alimentos, servicios y otros bienes esenciales, acumula en el año una suba del 18,5%, muy por encima del ritmo de ajuste de salarios en amplios sectores, especialmente informales y jubilaciones mínimas.
En tanto, la canasta básica alimentaria (CBA), que mide exclusivamente el costo de los alimentos mínimos para subsistir, también aumentó un 3,1% mensual y un 25,2% interanual, ubicando el umbral de indigencia en $544.304 para una familia tipo. Estos valores exponen que incluso cubrir las necesidades alimentarias básicas se ha vuelto inalcanzable para una porción creciente de la población.
La situación se agrava al observar las cifras por tipo de hogar: una familia de tres miembros necesitó $966.325 para no ser pobre y $433.330 para no ser indigente, mientras que un grupo familiar de cinco personas requirió $1.276.649 y $572.488, respectivamente.
El aumento simultáneo de las canastas básicas y de la inflación —que en octubre fue del 2,3%— demuestra que los ingresos corren desde atrás frente a los precios. La suba del 3,1% en los costos esenciales indica que el gasto en bienes y servicios básicos crece más rápido que el promedio general de los precios, un fenómeno que impacta con mayor fuerza en los sectores medios y bajos.
