2 de octubre de 2025

Crisis laboral sin freno: ya se perdieron más de 270 mil empleos formales y crecen los despidos en todos los sectores

La destrucción del empleo formal en la Argentina se acelera. Desde la asunción del nuevo gobierno libertario, el país enfrenta una crisis laboral estructural que se agrava mes a mes, afectando a industrias, servicios y comercios por igual. Mientras tanto, la falta de respuestas oficiales deja a miles de familias en la incertidumbre.

La crisis laboral en la Argentina se ha vuelto una constante en el panorama económico nacional. Según los últimos datos, desde diciembre de 2023 hasta junio de 2025 se perdieron 272.880 empleos formales, a razón de 15.000 por mes. Si se incluyen los trabajadores no registrados, la cifra se eleva a cerca de 500.000 puestos destruidos en apenas un año y medio.

Los despidos no se concentran en un único sector: alcanzan desde grandes empresas industriales como Mirgor, Acindar y Globant, hasta pequeñas y medianas fábricas en distintas provincias. En las últimas horas, se sumaron otros 500 despidos, con casos que van desde una fábrica de hamburguesas en Santa Fe hasta plantas químicas y cerámicas en Pilar y Luján. A esto se agrega la reciente clausura sin aviso de la planta de Tía Maruca en Chascomús, que dejó en shock a una localidad entera.

En este caso emblemático, los trabajadores se enteraron del cierre cuando camiones comenzaron a retirar materia prima de la planta. No hubo preaviso, ni indemnizaciones garantizadas, ni intervención del Estado. El episodio recuerda al cierre previo que la misma empresa ejecutó en San Juan, mostrando una práctica empresaria que se repite con total impunidad.

La situación se agudiza por la falta de políticas activas de contención y la inacción del gobierno nacional, que ha dejado correr el ajuste sin establecer salvatajes ni marcos de protección laboral. A diferencia de otras economías que, frente a shocks similares, intervinieron para evitar un colapso social, en Argentina la salida parece ser dejar hacer, aunque las consecuencias sean devastadoras.

El panorama es sombrío en casi todos los rubros: la construcción y los servicios financieros encabezan la caída del empleo registrado, con una baja del 0,5% en julio. Les siguen transporte, comunicaciones, comercio y hotelería, todos con caídas significativas. La presión de las importaciones y la caída de la demanda interna profundizan aún más el deterioro de la producción local, especialmente en sectores como la electrónica, la cerámica y la alimentación.

El deterioro del mercado laboral no solo golpea a los trabajadores despedidos: erosiona el consumo, afecta a las economías regionales y siembra incertidumbre en un país que ya acumula varios años de recesión. La ausencia de políticas de fomento industrial o de reactivación del mercado interno refuerza la percepción de que el modelo económico actual no incluye al trabajo como eje de desarrollo.

En este contexto, la afirmación “no se salva nadie” ya no es una exageración retórica, sino una descripción concreta del estado del empleo en la Argentina. La pregunta que queda en el aire es cuánto más puede resistir una sociedad donde el trabajo pierde valor frente a la lógica de la desregulación y el mercado absoluto.

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