12 de julio de 2025

Combo letal en el AMBA: ola polar, cortes de luz y restricciones de GNC tensan al límite la infraestructura energética

En las últimas horas, cerca de 8.000 usuarios quedaron sin suministro eléctrico en distritos como Berazategui, Quilmes, La Matanza, Morón, Tigre, Avellaneda y Almirante Brown, según reportaron Edenor y Edesur.

La región metropolitana atraviesa un escenario crítico. La ola polar, con temperaturas mínimas por debajo de los 0 °C en gran parte del conurbano bonaerense y registros inferiores a 10 °C en la Ciudad de Buenos Aires, expuso con crudeza las vulnerabilidades de un sistema energético que vuelve a crujir en pleno invierno.

Las heladas y el pico de consumo por la calefacción hogareña sobrecargaron las redes, en un reflejo de la histórica fragilidad de la infraestructura de distribución eléctrica en el Área Metropolitana de Buenos Aires.

Pero el problema no termina ahí. Ante la demanda prioritaria disparada —hogares, hospitales, escuelas— el Enargas ordenó la suspensión del expendio de GNC en estaciones de servicio de varias provincias, para reservar gas a los sectores críticos. La medida, que se extenderá al menos 24 horas, agrava el impacto en el transporte, especialmente para los taxistas y remiseros que dependen del GNC, generando un efecto dominó en la movilidad urbana y la actividad económica.

Una infraestructura en emergencia

La combinación de frío extremo, cortes eléctricos y restricción del GNC conforma un escenario de crisis energética que se repite cada invierno. Las distribuidoras de electricidad siguen sin inversiones estructurales acordes al crecimiento de la demanda, mientras el sistema gasífero enfrenta cuellos de botella logísticos y de transporte que el gasoducto Néstor Kirchner, aún en etapas de puesta en marcha final, no ha terminado de resolver.

El pronóstico del Servicio Meteorológico Nacional (SMN) anticipa que esta ola polar se prolongará, al menos, hasta el lunes 7 de julio, con temperaturas mínimas cercanas a los 2 grados y máximas de 13 o 14 grados. El frío persistente amenaza con sostener la presión sobre un sistema energético que ya se muestra al límite.

Impacto social y señales de alerta

La situación golpea especialmente a los sectores más vulnerables, que dependen de la calefacción eléctrica ante la falta de acceso a redes de gas o a estufas seguras. Cada vez que el termómetro se desploma, los barrios populares quedan expuestos a mayores riesgos sanitarios y a una inseguridad energética que se convierte en problema de salud pública.

Por otra parte, la decisión de cortar el GNC en las estaciones de servicio encendió la alarma entre trabajadores del transporte, que advierten sobre la imposibilidad de mantener recorridos y tarifas ante la escasez de combustible.

Un desafío repetido

La Argentina asiste, una vez más, a un invierno que desnuda carencias estructurales: redes de energía colapsadas, falta de planificación de largo plazo, y la ausencia de políticas de mantenimiento preventivo. En cada ola polar, la emergencia se repite como un ciclo previsible, sin soluciones definitivas.

De no mediar medidas extraordinarias —o inversiones reales que mejoren redes y reservas—, los cortes y restricciones podrían profundizarse en las próximas semanas, a medida que el frío extremo continúe poniendo a prueba la resistencia de un sistema energético que, año tras año, exhibe los mismos síntomas de fatiga.

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