12 de noviembre de 2025

Clase media: cuatro de cada diez argentinos creen vivir peor que sus padres y el consumo se vuelve un lujo

La pérdida de confianza en el futuro —y en las instituciones que deberían garantizarlo— plantea un desafío estructural: sin expectativas de mejora, la sociedad se repliega y se vuelve más conservadora. Lo que antes se medía en progreso y oportunidades, ahora se mide en supervivencia y estabilidad. La clase media argentina, históricamente expansiva, se ha transformado en una clase que resiste, no que asciende.

La clase media argentina atraviesa una crisis de identidad y de expectativas. Según un estudio de Pensar Lab, el 41% de los argentinos considera que vive peor que sus padres, mientras que el 63% admite haber dejado de consumir bienes y servicios que antes eran parte habitual de su vida.

La percepción de retroceso social ya no es solo una sensación: se ha convertido en una experiencia cotidiana.

El deterioro económico de los últimos años no solo se traduce en inflación y pérdida del poder adquisitivo, sino en algo más profundo: la pérdida de horizonte. Más de la mitad de los encuestados (55%) cree que la clase media se está achicando, y dos tercios se ubican en los escalones más bajos de la estructura social —34% como clase media baja y 34% como clase baja alta—, incluso entre quienes conservan empleo o vivienda propia. La movilidad social ascendente, orgullo de generaciones pasadas, parece haberse detenido.

El estudio muestra que los hogares resignaron consumos que definían históricamente el estilo de vida de la clase media: vacaciones, educación privada, salidas culturales o actividades recreativas. Solo un gasto se mantiene como símbolo de pertenencia: la cobertura médica privada.

Un 28% de los encuestados la menciona como el último rubro que recortarían, no solo por necesidad sanitaria sino por lo que representa: una forma de conservar cierto estatus y una mínima sensación de protección frente a la incertidumbre.

Esa búsqueda de seguridad se convirtió en el eje psicológico y cultural del presente argentino. La clase media, tradicionalmente motor de la economía y del cambio político, hoy se define por su vulnerabilidad.

Sus decisiones de consumo, de voto y de comportamiento social giran en torno a una ecuación defensiva: conservar lo poco que se tiene frente a un contexto que amenaza con quitárselo.

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