Cierre de la planta de YPF en Concepción del Uruguay: más que despidos, un desafío ambiental pendiente
El cierre de la planta expone la fragilidad de economías locales dependientes de grandes empresas y la falta de políticas claras para gestionar la transición industrial y ambiental.

El anuncio del cierre de la planta de YPF en Concepción del Uruguay confirmó lo que semanas de rumores anticipaban: 60 trabajadores perderán su empleo en una ciudad de poco más de 70 mil habitantes, mientras otros serán reubicados en Ibicuy para colaborar en proyectos vinculados a Vaca Muerta.
Más allá del impacto laboral, la medida plantea una preocupación creciente por el pasivo ambiental que deja la compañía en el predio frente al puerto local.
El secretario general de la CGT regional, Roberto Lencina, confirmó la decisión y destacó la magnitud del impacto: “Los tanques están todos vacíos, son 60 personas que quedan sin trabajo dentro de la ciudad”. Los contratos de los empleados fueron extendidos por dos meses para permitir el vaciado y retiro de materiales, pero no existen garantías claras sobre cómo se abordará la contaminación histórica del sitio.
La comunidad y los sindicatos advierten sobre los riesgos ambientales, recordando que los tanques y restos de actividades químicas podrían generar graves consecuencias si no se implementa una remediación efectiva. Este escenario revela una paradoja: mientras YPF concentra recursos en la explotación de Vaca Muerta, deja atrás un predio con décadas de actividad energética sin un plan público de saneamiento.
La exigencia de transparencia y responsabilidad ambiental por parte de YPF se vuelve inevitable, tanto para proteger la salud de los vecinos como para garantizar que la ciudad no cargue con los costos de decisiones estratégicas que la compañía tomó lejos de Concepción del Uruguay.