12 de julio de 2025

Cerámica Alberdi: la planta del presidente de la UIA, envuelta en denuncias de lock out patronal y violaciones laborales

Entre el martes 1 y el jueves 3 de julio, la fábrica suspendió la producción argumentando que los trabajadores habían iniciado una retención de tareas en reclamo del sueldo anual complementario, del cual solo percibieron un tercio.

En un escenario que expone sin tapujos las tensiones del mundo industrial argentino, la planta salteña de Cerámica Alberdi —propiedad de Martín Rappallini, presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA)— quedó en el ojo de la tormenta por el incumplimiento del pago del aguinaldo y una maniobra de paralización de actividades que el gremio califica como un auténtico lock out patronal.

Lejos de atender el conflicto con diálogo, la empresa optó por clausurar temporalmente la planta, una decisión que según la Federación de Obreros Ceramistas (Focra) buscó disciplinar a los empleados y quebrar su unidad sindical.

No es la primera vez que la paz social en Cerámica Alberdi se ve quebrada. Desde abril, la relación entre la patronal y los trabajadores arrastra tensiones profundas, luego de la trágica muerte de un operario tercerizado que cayó a una máquina mientras realizaba tareas en la fábrica. Aquel episodio, que coincidió con el mismo día en que Rappallini asumió la presidencia de la UIA, provocó un paro espontáneo y dejó expuesta la precariedad de la tercerización y la fragilidad de los protocolos de seguridad laboral.

Lejos de calmar las aguas, la empresa decidió despegarse de la responsabilidad alegando que el trabajador fallecido no formaba parte de su planta estable, una respuesta que irritó aún más a la base gremial. Ahora, el nuevo conflicto por el aguinaldo reaviva la tensión y abre un interrogante sobre las verdaderas prioridades de la firma, que, a la par que incumple derechos laborales básicos, sigue ostentando la conducción de la máxima entidad industrial del país.

La denuncia de Focra no se limita a la falta de pago. El sindicato acusó a Cerámica Alberdi de interferir en la vida gremial, impidiendo la realización de asambleas, bloqueando el ingreso de operarios y ejerciendo presiones para fragmentar la organización de los trabajadores. En otras palabras, un ataque directo a la libertad sindical, en abierta violación de derechos fundamentales consagrados por la legislación laboral argentina.

La paradoja resulta insoportable: un empresario que preside la UIA, la entidad que se presenta como defensora de la industria nacional y del “trabajo argentino”, al mismo tiempo incumple con sus obligaciones más elementales y paraliza la actividad de su propia fábrica para forzar condiciones a su favor.

Cerámica Alberdi se convierte así en un símbolo de la contradicción de un modelo patronal que reclama reglas claras al Estado pero vulnera las reglas laborales cuando se trata de sus propios obreros. Mientras tanto, los trabajadores siguen siendo la variable de ajuste de un conflicto que parece lejos de resolverse y que expone, una vez más, la cara más dura de las relaciones laborales en el país.

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