Caída del consumo masivo: la desaceleración inflacionaria no alcanza para reactivar la economía de los hogares
El consumo masivo volvió a mostrar signos de contracción en mayo, con una caída del 0,9% interanual y del 3,2% respecto de abril, según datos relevados por la consultora Focus Market, en base a información del sistema Scanntech, que registra operaciones en 756 puntos de venta en todo el país.

El resultado expone una realidad persistente de debilitamiento en la demanda interna, en medio de una aparente estabilidad macroeconómica que no se traduce en mejoras palpables para el bolsillo de la mayoría de los argentinos.
Más allá del repunte en unidades vendidas (+2,6% mensual y +10,7% interanual), el dato más alarmante es la fuerte caída en la cantidad de tickets, que refleja una menor frecuencia de compra: un 4,1% menos que en abril y 10,1% menos que un año atrás. Es decir, se venden más productos pero en menos ocasiones, una señal de que los consumidores tienden a concentrar compras y restringir visitas a comercios, estrategia típica en contextos de ajuste y pérdida de poder adquisitivo.
El ticket promedio, por su parte, aumentó 2,5% mensual y 45,5% interanual, muy por debajo de la inflación, lo que confirma que los consumidores no sólo compran menos veces, sino que además gastan menos cada vez que lo hacen. En otras palabras: el consumo se achica tanto en cantidad como en valor.
Desde el gobierno se cuestionó la metodología de este tipo de mediciones, argumentando que no incluyen nuevas modalidades de consumo, como las plataformas digitales. Sin embargo, esta crítica resulta paradójica: el propio Ejecutivo mantiene sin actualizar la canasta del IPC, que sigue utilizando parámetros de hace más de 20 años. Esta doble vara pone en evidencia una actitud selectiva frente a los indicadores: se relativizan los datos incómodos mientras se exalta cualquier señal positiva, por más parcial que sea.
Uno de esos datos celebrados por el oficialismo fue el aumento del “consumo privado” en el primer trimestre, según cifras del INDEC. Pero ese crecimiento incluye, por ejemplo, compras de grandes empresas mineras o petroleras, lo que distorsiona la verdadera situación de los hogares, en particular de las clases medias y bajas, que siguen postergando gastos esenciales.
Según Damián Di Pace, director de Focus Market, “aunque la inflación promedio mensual se modera, el alza de precios en servicios —producto de la corrección de precios relativos— resta capacidad de consumo en bienes”. Además, advierte que los ajustes salariales, aun cuando se alinean con la inflación, no alcanzan para revertir la caída acumulada del ingreso real.
Lo que se evidencia, en definitiva, es una desconexión creciente entre los indicadores macroeconómicos que festeja el Gobierno y las condiciones de vida concretas de la mayoría de la población. La “desaceleración inflacionaria” no garantiza, por sí sola, una mejora del poder adquisitivo. El consumo masivo, como termómetro del bienestar cotidiano, lo deja claro: la recuperación no llega al changuito.